La miel elaborada bajo el modelo y estándares europeos, además de su garantía de calidad es clave para el mantenimiento de la biodiversidad, ya que más de las tres cuartas partes de la producción de alimentos del continente depende de la polinización, y las abejas son los principales agentes polinizadores.
Pero, a pesar de que España es el primer país productor comunitario, tan solo consumen 0,8 kilos de este producto por habitante y año, y únicamente el 42 % incluye este producto en su dieta al menos una vez a la semana. Por ello, la asociación que engloba a los envasadores y comerciantes de la miel en España, ASEMIEL-ANIMPA, ha puesto en marcha una campaña cofinanciada por la Unión Europea, que durante los próximos tres años divulgará e informará a las familias jóvenes y a los niños sobre las virtudes y bondades de la miel.
“El consumo de miel está estancado en niveles muy bajos. El objetivo de la campaña es aumentar el grado de conocimiento sobre la miel, un producto natural, beneficioso para el medio ambiente y adecuado dentro de un estilo de vida activo y saludable. Es imprescindible cambiar la percepción de los consumidores para concienciar y sensibilizar sobre un alimento buenísimo y que está buenísimo”, comenta David Senchermés, presidente de la asociación profesional.
Producida bajo un exigente modelo, la miel de Europa garantiza su calidad, trazabilidad y máxima seguridad alimentaria. España es el primer productor de miel de la Unión Europea, con cerca del 14 % del total, un sector que genera unos sesenta mil puestos de trabajo entre apicultores, industriales, intermediarios, transportistas, administradores, envasadores y comerciales. Sin embargo, los españoles consumen una media de 0,8 kilos de miel por persona al año, muy lejos de los datos de otros países comunitarios que superan los 2 kilos per cápita.
La miel, un producto clave para el ecosistema
El sector de la miel es estratégico en Europa. Desempeña un papel fundamental en el ecosistema, el entorno rural y la economía de muchos trabajadores. Presta un importante servicio al ecosistema a través de la polinización de las abejas, que contribuye a la mejora y el mantenimiento de la biodiversidad. El 76 % de la producción de alimentos en Europa dependen de la polinización y las abejas son el principal agente polinizador, por lo que el valor económico así generado supera considerablemente el valor de la miel producida.
Además, la apicultura desarrolla un papel fundamental en el desarrollo sostenible de las zonas rurales, favorece la actividad agraria y contribuye a crear puestos de trabajo. El sector apícola español supone alrededor del 0,44 % de la Producción Final Ganadera y el 0,17 % de la Producción de la Rama Agraria, con un valor anual de su producción (miel, cera y polen) estimado en unos 62 millones de euros.
En los últimos cinco años se ha incrementado el número de colmenas en un 50 %. Además, el sector cuenta con un alto grado de incorporación de jóvenes ya que la edad media de los titulares de las explotaciones es de 47,2 años, según datos del propio Ministerio.
