Los hábitos sostenibles son cada día más fáciles de atender, es relativamente sencillo encontrar productos de primera necesidad, electrodomésticos, ropa, coches etc., capaces de responder a valores ecológicos. La dificultad llega cuando queremos salir unos días de vacaciones.
Por ello, y coincidiendo con que 2017 ha sido declarado por las Naciones Unidas como año del turismo sostenible —una manera de viajar en la que, sin perder un ápice de calidad, es posible mantener el respeto por los valores ecológicos, saludables y sociales—, Lefrik, marca española de productos fabricados en tejido ecológico, ha querido ofrecer estos diez consejos para unas vacaciones sostenibles.
Viajar de forma sostenible
Planificación. Hacer una lista de los recorridos, actividades y pensar en el impacto que estas aventuras tendrán es fácil y beneficioso para el planeta. Ya en el destino, sólo hará falta algo de tiempo para pensar antes de salir y evitaremos muchos residuos. Por ejemplo, ‘perder’ un minuto en llenar la botella reutilizable de agua o hacer un bocadillo va a evitar que compremos una botella o una bolsa de aperitivos para tirarlos luego.
Tecnología. Los billetes de viaje, reservas de hotel, mapas y hasta guías de viaje en formato electrónico.
Viajar ligero. Emprender un viaje de mochilero puede ser muy gratificante evitando destinos súper turísticos y aplicando la regla del tres: tres camisetas, tres pares de calcetines, ropa interior y pantalones, uno para vestirse, otro para lavar, y otro para secar.
Alojamiento eco-friendly. Si no es posible un alojamiento preocupado por el medio ambiente, como eco-lodges o alojarnos en la residencia de un local, se pueden aplicar trucos en los hoteles convencionales, como colgar la toalla para que se seque, ahorrando agua y electricidad.
En tren. La forma más ecológica y accesible de recorrer grandes distancias en poco tiempo es en tren, porque es la de menor consumo de energía per cápita. Según datos de RENFE SNCF, en tren consumimos entre tres y cinco veces menos energía per cápita que por la carretera y entre siete y diez veces menos que en avión.
En coche. Y si decidimos viajar en coche, compartir siempre es una buena idea, una opción para ahorrar combustible. Y esto influye directamente en las emisiones de CO2 a la atmósfera y, por tanto, en casi todos los problemas del planeta.
Residuos a raya. Evitar fast food y la comida envasada que venden en las estaciones de servicio y generar basura. No pensemos que nuestra basura desaparece según la tiramos al cubo, como por arte de magia, generar más plástico no ayudará en nada.
Elegir opciones reutilizables. Una cantimplora para agua, bolsas de tela, maquinillas de afeitar con cuchillas recambiables, copa menstrual, compresas de tela, vasos telescópicos, pañuelos de tela, discos de algodón reutilizables fiambreras, y más…
Comida local, mercados y pequeño comercio. La gastronomía es cultura y consumiendo productos locales, contribuimos al desarrollo. Es importante preguntar a la gente del lugar, para encontrar los auténticos clásicos locales e ir a la panadería, la tienda de vinos, la charcutería, la frutería y hacer picnics con productos autóctonos. Para comprar un recuerdo, mejor buscar al productor en mercados de artesanos o jóvenes diseñadores locales.
No a las actividades con animales. Pasear a lomos de un elefante debe ser una experiencia inolvidable pero poco respetuosa con el animal. No hablemos de nadar con delfines o ballenas en un acuario. Prácticas que parecen inofensivas pueden tener efectos en el comportamiento de los animales, como ver cómo las tortugas anidan en una playa, que puede alterarlas al punto de que se retiran sin haber desovado.
