La alimentación consciente o mindful eating es una tendencia que propone establecer una conexión entre las emociones y la comida que nos permita comprender por qué comemos cada alimento y nos haga reflexionar sobre su aporte nutricional. Se trata de comer con intención y atención, plenamente conscientes de cada bocado, escuchando las necesidades de nuestro cuerpo y respetando sus respuestas.
En este sentido, la marca danesa Arla propone el equilibrio en todas sus formas y promueve el mindful eating para transformar la alimentación en un proceso placentero y consciente que ayude al cuidado de la salud. Y para ello, ha elaborado una serie de claves para ayudar a escuchar las necesidades de nuestro cuerpo y poder así llevar una alimentación equilibrada, incluso en verano.
Claves para una alimentación consciente
- Ante un posible antojo, evaluar si realmente el cuerpo nos está pidiendo ingerir una determinada comida o, si por el contrario, únicamente somos víctimas del hambre emocional, la ansiedad, o cualquier otro sentimiento. Es importante potenciar los alimentos saciantes, como pueden ser las proteínas, verduras, frutas o legumbres.
- Es importante que un plato nos atraiga visualmente, nos ‘entre por los ojos’, y también es fundamental tener en cuenta si su olor aumenta o disminuye el hambre.
- Identificar cada uno de los ingredientes de un plato. Es muy recomendable apostar por alimentos frescos y naturales, que cuenten con el menor grado de procesamiento posible: frutas, verduras, legumbres, quesos, pescado…
- Conocer la procedencia de los ingredientes, prestar atención a los ingredientes que se utilizan para elaborar los productos y asegurarnos de que sean de origen natural leyendo las etiquetas para ser consciente de lo que compramos.
- Sentir una conexión con los alimentos. Al comer con intención y atención se forja la comunicación entre el cuerpo y los alimentos. De ahí que tratemos de ingerir el alimento de forma consciente en función de las señales que nos lanza el cuerpo.
- Saber si un plato cubre nuestras necesidades nutricionales, preguntarnos si realmente va a aportar algún beneficio a tu organismo, o si es un alimento que resulta más nocivo que provechoso para el propio cuerpo y la salud, sin dejarnos llevar por los impulsos.
- Escuchar a nuestro cuerpo y conocer sus límites. El estómago emitirá señales a medida que se vaya llenando, por lo que no es necesario ingerir más cantidad de lo que nos pide el cuerpo: buscar la saciedad, pero evitando la pesadez y los empachos.
- Reconocer e identificar los sentimientos y emociones que sentimos en el proceso de ingesta.
- Chequear cómo nos sentimos después de comer. Si hemos sido respetuosos con nuestro organismo nos invadirá un sentimiento positivo y de satisfacción. Si el resultado es contrario a esto deberíamos revisar en qué hemos podido fallar.
- Y, finalmente, comparar el nivel de hambre que teníamos al empezar a comer y el que tenemos después. Es importante escuchar a nuestro cuerpo y comer despacio, puesto que la sensación de saciedad puede tardar en llegar hasta treinta minutos.
