Los cambios en el gusto son un efecto secundario frecuente de la quimioterapia, afectando a un cincuenta por ciento de los pacientes. Hay alimentos que saben a metal, hay otros que no saben… comentan los pacientes. Suelen ser cambios transitorios y desaparecer entre tres y cuatro semanas después de finalizar el tratamiento.

“La variación en el sabor de los alimentos es un efecto secundario de los tratamientos al que inicialmente no le damos mucha importancia, pero muchos pacientes lo sienten como una verdadera limitación”, explica la doctora Pilar López Criado, jefa de la Sección de Tumores de Pulmón, Cabeza y Cuello y Melanoma del Servicio de Oncología Médica de MD Anderson Cancer Center Madrid, que detectó la necesidad de investigar en este problema del que apenas se habla, pero que realmente influye mucho en la calidad de vida de los pacientes con cáncer.

Así nació El sabor perdido, una iniciativa pionera puesta en marcha por la Fundación MD Anderson Cancer Center España y el cocinero español Ramón Freixa, con dos estrellas Michelin, un proyecto que pretende devolver el verdadero sabor de los alimentos a las personas en tratamiento oncológico: “Es el primer abordaje profesional en torno a esta problemática que junta a especialistas en oncología, expertos en nutrición, psicooncología, profesionales de la cocina y pacientes con cáncer”, asegura la doctora López Criado.

La quimioterapia y el sabor de la comida

Los cambios en el gusto son un efecto secundario frecuente de la quimioterapia, afectando aproximadamente a la mitad de los pacientes. Suelen ser transitorios y por lo general desaparecen entre tres y cuatro semanas después de finalizar el tratamiento. Las células cancerosas proliferan rápidamente, por lo que la mayoría de quimioterapias tienen como diana células que crecen rápido. Las células receptoras del gusto también tienen una alta tasa regenerativa ya que en la base de cada papila gustativa hay células madre que las renuevan de forma continua. Por ello, los tratamientos quimioterapéuticos también atacan a las células gustativas, destruyéndolas, modificándolas y disminuyendo el sentido del gusto.

“Una paciente, Ana Isabel, me explicó que desde que había comenzado con la quimioterapia el olor del huevo le producía un rechazo terrible, por lo que empezamos a trabajar en cómo podíamos ofrecer el sabor del huevo frito sin su característico aroma. Por un lado, montamos la clara a la plancha y, por otro, infiltramos la yema con un sofrito, de forma que mantuvimos la esencia del sabor limitando al mismo tiempo el olor que hacía de barrera”, explica Ramón Freixa, añadiendo que “aunque el protagonista en la cocina debe ser el sabor, la gastronomía es una experiencia global configurada por un conjunto de elementos que suman para llegar a la excelencia, de forma que es importante tratar de forma específica aspectos como el olor, la textura o la temperatura para evitar que resten al sabor del plato final”.

Además de los huevos fritos, la paciente pudo disfrutar de un menú compuesto por algunos de sus sabores favoritos antes de comenzar con el tratamiento con quimioterapia como los mejillones, las ostras o la fruta. En concreto, el menú diseñado por Ramón Freixa incluía Pastel de mejillones umami con escabeche, Hoja de ostra con esférico de aceituna y Gelatina de mango con panacota de queso.

Metodología de trabajo

En primer lugar, el equipo médico de la Fundación MD Anderson España se encarga de realizar una serie de entrevistas para la selección de los pacientes idóneos para el proyecto en las que ya identifican sintomatología y principales problemas alimentarios a causa de los tratamientos, así como algunas de las posibles soluciones nutricionales.

Posteriormente, Ramón Freixa se encarga de entrevistarles para profundizar “en los aspectos más personales, los gustos en la comida, las sensaciones que experimentan cuando comen ciertos alimentos”, señala el chef, que seguidamente va perfilando cada menú de acuerdo con la información que obtiene de ellos.

La doctora López Criado, el doctor Pedro Robledo —responsable de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética—, Juan Fernando García —jefe del Servicio de Anatomía Patológica— y el propio Freixa trabajan de forma conjunta en todo momento para lograr el mejor resultado. Así, mientras el chef aporta su amplia experiencia sobre las propiedades y el sabor de los alimentos, los doctores ofrecen su conocimiento sobre los motivos que provocan esta alteración en el sabor de los alimentos. En un futuro, el equipo de investigación trabajará también en el trastorno del sabor producido por otro tipo de tratamientos como la radioterapia, las terapias dirigidas e incluso la inmunoterapia. “Los trastornos en el sabor dependen mucho de los tratamientos y del tipo de paciente, de forma que esta investigación puede tener muchos capítulos”, destaca la doctora.

El problema principal de la falta de sabor de los alimentos es que, muchas veces, los pacientes no recuperan el sabor de la comida inmediatamente después de finalizar el tratamiento e incluso, en algunos casos, pueden quedar secuelas. “Cada situación es diferente, pero, en general, mientras que los pacientes en tratamiento preventivo frente al cáncer suelen recuperar el sabor en unos meses, en los crónicos con los que tenemos que utilizar combinaciones de fármacos o varias líneas de tratamiento suelen quedarles más secuelas”, explica la doctora López Criado.

La información detallada sobre esta iniciativa puede conocerse a través de esta dirección.

Resumen
Iniciativa para que los pacientes oncológicos vuelvan a disfrutar del sabor de la comida
Título
Iniciativa para que los pacientes oncológicos vuelvan a disfrutar del sabor de la comida
Descripción
El sabor perdido, una iniciativa pionera de la Fundación MD Anderson Cancer Center España y el cocinero español Ramón Freixa que pretende devolver el verdadero sabor de los alimentos a las personas en tratamiento oncológico.
Autor