El bacalao y otros pescados en salazón son, como todo producto del mar, una inmensa fuente de salud por sus altas propiedades nutritivas y dietéticas. Y en concreto, el bacalao salado, que tiene poca cantidad de grasa y es fuente de proteínas animales, de vitaminas y sales minerales.
Los salazones en general y el bacalao salado en particular en sus múltiples presentaciones (curado, desalado refrigerado, desalado congelado) aportan una serie de propiedades adicionales que lo convierten en un alimento especialmente saludable y nutritivo, con un 0,5% de grasa, constituida principalmente de ácidos grasos poliinsaturados Omega-3, y fuente de minerales.
Sin embargo, las propiedades del bacalao como alimento van más allá de lo estrictamente nutricional: es un producto enraizado en una larga tradición alimenticia, que todos recordamos en nuestras despensas de la infancia; se trata de uno de los cada vez más escasos pescados salvajes; su captura proviene de bancos pesqueros cuidados y sostenibles; y, finalmente, da lugar a innumerables y sabrosas posibilidades gastronómicas, como estas Albóndigas de bacalao y tomate, una receta ofrecida por ANFABASA, la Asociación Nacional de Fabricantes de Bacalao y Salazones.
Albóndigas de bacalao y tomate
INGREDIENTES
Para 4 personas
- 1/2 kg de bacalao desalado
- 3 patatas medianas
- 1 huevo
- 2 dientes de ajo
- 6 tomates maduros
- Hojas de stevia
- Laurel
- Una pizca de comino
- Perejil
- Aceite de oliva
- Harina
- Sal
ELABORACIÓN
Pelamos, lavamos y cortamos las patatas, y las hacemos al vapor junto al bacalao. Una vez hecho todo, dejamos enfriar.
Quitamos la piel al bacalao y lo desmenuzamos, apartamos las espinas que pueda tener.
Juntamos en un bol o plato las patatas y el bacalao, y aplastamos con un tenedor. Picamos el ajo y el perejil y lo añadimos a las patatas y el bacalao. Agregamos un huevo y lo mezclamos todo bien, hasta conseguir una masa homogénea, que dejaremos reposar en la nevera como mínimo media hora.
Posteriormente damos forma a las albóndigas haciendo bolas, las enharinamos y las freímos en aceite de oliva.
Para la salsa, rallamos los tomates maduros y freímos en una sartén con aceite de oliva. Añadimos unas hojas de stevia o unas gotas de Estevia —stevia es la planta, Estevia el edulcorante procedente de ella— para quitar la acidez al tomate, una pizca de sal, comino y laurel en polvo.
Se pueden servir las albóndigas junto con el tomate, o por separado para que cada cual eche la cantidad deseada.





