Un estudio basado en la experiencia italiana analiza cómo podría el COVID-19 continuar afectando al entorno de gran consumo durante el confinamiento, teniendo en cuenta el comportamiento del mercado italiano, un país que se encuentra una semana por delante de España en cuanto al brote.

El análisis, realizado por IRI —compañía especializada en big data y analíticas predictivas— basándose en sus propios datos, indica que, en Italia, antes del confinamiento y del impacto del virus el mercado de FMCG (Fast Moving Consumer Goods, productos de rápido consumo) supuso 67.000 miles de millones de euros en 2019, —un 1,7 % más que el año anterior—, con unas ventas en promoción del 27%, una cuota de la marca de distribuidor del 20%, con los supermercados como canal de compra principal (51 %) y donde el peso del canal online era del 1 %. En este punto, el comportamiento de compra de los consumidores era bastante predecible.

Miedo al desabastecimiento

La primera fase, tras la llegada del virus, vino caracterizada por el miedo al desabastecimiento, alcanzando crecimientos en las ventas de hasta un 15,9 % respecto al año anterior y con una desaceleración de las ventas posterior debido a la falta de stocks. Durante la primera semana, la principal preocupación de los italianos era la economía y la salud personal y la ocupación del tiempo extra se centró en Internet y la televisión, así como en tareas como limpiar, cocinar y otras tareas domésticas. Asimismo, el impacto en el consumo de medios sociales fue evidente, con un incremento del 1.000 % en videollamadas de Whatspp y la duplicación de visualizaciones de Instagram y Facebook Live.

En estas semanas, las tiendas de menor tamaño vieron un enorme crecimiento de las ventas debido a su proximidad, a unas colas de espera menores y a los servicios de reparto a domicilio que proporcionaban en los barrios. Además, las restricciones de movilidad dieron lugar a un cambio del canal físico al online, lo cual hizo que se incrementara la demanda a volúmenes inesperados para los retailers. De esta manera, el click & collect (compra online y recogida en tienda) ayudó a solventar los problemas de logística de la entrega a domicilio, llegando a verse crecimientos del 500 % en comparación con el año anterior.

Respecto a cómo ha afectado el confinamiento en el tipo de compra que los italianos realizan, como en España, han reducido su frecuencia de compra al supermercado, pero hacen cestas de la compra de mayor tamaño: el ticket medio en los supermercados ha pasado de 45 a 76 euros. En cuanto a las categorías, crecen a doble dígito los productos más básicos como los huevos, la leche, las conservas, así como los relacionados con la limpieza e higiene. Además, el teletrabajo y el tener a los hijos en casa ha impactado positivamente en las ventas de algunas categorías relacionadas con la cocina como la levadura o la harina y negativamente en las categorías de snack y picoteo, y la marca de distribuidor ha ganado importancia con el tiempo, ya que el consumidor en la situación de crisis tiene un presupuesto más ajustado.

El confinamiento también ha llevado a un lógico cambio de hábitos en el consumidor, que ya no consume fuera del hogar. En 2019, el 34,3 % de las comidas se dieron fuera de casa; este dato implica que se hayan perdido 6.700 millones euros por parte de 260.000 bares y restaurantes en marzo y abril, convirtiéndose en un consumo en el hogar, que conlleva 2.200 millones de euros de gasto adicional en supermercados. Además, hay que tener en cuenta que el precio de las comidas en casa es un tercio de lo que supondrían en el canal HORECA. Por tanto, las nuevas experiencias del consumidor se están desarrollando a medida que los retailers buscan cómo reinventar su oferta.

Divergencia

Según el análisis de IRI, la segunda fase —en la que actualmente se encuentran tanto Italia como España—, tiene como característica principal un escenario con restricciones aún vigentes y donde el consumidor continúa comprando, ya que las limitaciones de movilidad hacen que exista un trasvase del consumo de fuera del hogar al hogar. Además, continúan creciendo los productos de necesidad básica aunque ya no hay una compra para abastecerse. El consumidor se encuentra más relajado emocionalmente y con una mayor estabilidad financiera.

Por otro lado, a pesar de que el comprador tiene una sensación de mayor ‘comodidad’, el estado de su economía personal hace que busque precios más competitivos. Por último, cabe destacar como los problemas logísticos de la cadena de suministro podrían estar impactando en un aumento de precio de los productos.

Una nueva normalidad

La vuelta a la normalidad, que se estima que será aproximadamente a mediados del mes de mayo, se presenta con una serie de rasgos distintivos, como una recesión económica, preocupación por temas relativos con la salud e higiene, distancia social, limitación del consumo fuera de casa, la compra online y el reparto a domicilio como canales de uso habitual y una experiencia digital inmersiva.

Pero esta fase es sólo el inicio de un cambio a todo lo que está por venir. Fabricantes y retailers deben mantenerse a la vanguardia para adaptarse y hacer frente al nuevo escenario si quieren superar las expectativas del comprador.

Resumen
Del miedo al desabastecimiento a una nueva normalidad en el consumo
Título
Del miedo al desabastecimiento a una nueva normalidad en el consumo
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Un estudio basado en la experiencia italiana analiza cómo podría el COVID-19 continuar afectando al entorno de gran consumo durante el confinamiento, teniendo en cuenta el comportamiento del mercado italiano, un país que se encuentra una semana por delante de España en cuanto al brote.
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