Sopas de ajo, patatas volteás, cocido, pote, olla, gofio, revuelto de rebollones, migas con vino… Son algunos de los platos típicos de invierno, cada uno con su personalidad única, que ofrecen los municipios que forman parte de la Asociación Los Pueblos más Bonitos de España, localidades que a la belleza de sus calles y entornos unen también el de su gastronomía.
La Asociación, de la que hoy en día forman parte ciento cinco localidades, se creó en España en el año 2011 basada en el modelo francés Les Plus Beaux Villages de France y la red española forma parte y preside actualmente la Federación de los Pueblos más Bonitos del Mundo, con redes en Francia, Italia, Bélgica y Japón.
“Visitar cualquiera de los pueblos es una ocasión perfecta para disfrutar con nuestras familias y amigos, de bellos pueblos donde explorar una gastronomía única, en enclaves llenos de autenticidad, tradición e historia”, comenta Francisco Mestre, presidente de la Asociación.
Y es que uno de los grandes atractivos turísticos de estos pueblos son sus platos típicos. Pero, ya que dada la situación sanitaria no es posible hacer turismo con normalidad, desde la Asociación han querido acercar sus pueblos a las casas de todas las personas a través de su gastronomía, de sus mejores platos de invierno.
Gastronomía de invierno
Buchos o Pote de berzas de Cudillero (Asturias). Los buchos son unos callos de merluza algo picantes, servidos con cebolla, ajo y pimiento. Y el pote de berzas, plato tradicional asturiano, es también muy característico de este pueblo y su zona.
Butifarra amb mongetes (Beget, Girona). Un platos que representa la esencia de la cocina catalana popular, elaborado con alubias cremosas y de piel suave y fina, junto con la butifarra y la manteca de cerdo. En las casas de Beget es habitual tomarla acompañada con unas rebanadas de pan tostado con ajo y tomate restregado.
Butifarra con fèsols (Beget, Girona). Butifarra con judías blancas, uno de los platos más típicos de la zona. Se elabora con judías salteadas con ajo y perejil, vertiendo una tacita de cava para suavizar el sabor de las judías, llamadas fèsols en la zona.
Cocido lebaniego (Potes y Mogrovejo, Cantabria). Uno de los platos más contundentes y deliciosos que podemos degustar durante el invierno, que incluye una sopa consistente, garbanzos con productos de la matanza del cerdo, como chorizo y tocino, seguido por cecina, relleno y berza.
Cocido montañés (Bárcena Mayor, Cantabria). Un guiso que es el centro de todas las atenciones de los visitantes. No hay dos iguales, y las familias presumen con orgullo de tener entre sus armarios la receta auténtica, la de la familia para traer a un plato todo el sabor del Valle del Saja, pero lo que todos reconocen es que la base es la alubia blanca, tocino fresco, chorizo casero, una manita de cerdo, costillas, morcillas, berzas, patatas o pimentón dulce.
Gofio (Betancuria, Fuerteventura). Quizá uno de los platos más tradicionales en este época —aunque se come todo el año— es la harina de gofia, servida con caldo, leche, agua, vino o miel. Este alimento de harina de cereales tostados, que los locales llaman millo, se hacía con trigo o cebada hasta que los colonizadores trajeron de América el maíz, uno de los sustentos de la gastronomía en las islas. Se elabora simplemente poniendo a hervir un caldo de pescado y vertiendo la harina de gofio mientras removemos para evitar que se formen grumos. Se suele comer como aperitivo o acompañamiento.
Migas con vino de pitarra (Robledillo de Gata, Cáceres). Las migas extremeñas no necesitan más que pan viejo, ajo, pimiento rojo, y seis cucharaditas del aceite de oliva, mejor si es de la zona. En el caso de Robledillo, es tradicional acompañarlo con vino de pitarra y aguardientes.
Mojo (Teguise, Las Palmas). Es la salsa más famosa de la cocina canaria: el mojo, con sus variedades más internacionales, el rojo y el mojo verde. El primero está hecho a base de tomate, pimiento rojo y pimentón y suele ser más picante. En el verde, el cilantro y el ajo son los protagonistas junto con el aceite y el vinagre.
Olla y Pastissets de boniato de Vilafamés (Castellón). La olla no sigue una única receta y tiene como condición ofrecer al comensal productos de la zona, como verduras o morcillas, variando por temporada. Y de postre, pastissos (o pastissets) de boniato, que llevan limón, huevo, aguardiente de anís, mantequilla, así como boniato y canela para el relleno.
Patatas volteás (Candelario, Salamanca). Un plato típico de toda esta zona salmantina que en Candelario lo preparan con torreznos, cebolla y pimentón ahumado.
Revuelto de rebollones (Puertomingalvo, Teruel). Uno de los platos típicos de la localidad turolense de Puertomingalvo es este rico revuelto de rebollones, colmenillas o setas de chopo.
Sopas de ajo tostao (Bubión, Granada). Un plato caliente, lleno de vitaminas, perfecto para calentar el estómago en invierno. En Bubión, un pueblo blanco situado en plena Alpujarra, las hacen de una forma muy particular: además de ajo tostado llevan cebolla, almendras, tomate y jamón.
Técula-Mécula (Olivenza, Badajoz). Dulce típico, de origen portugués, y cuyo nombre según los últimos estudios significa ‘recubierto’, que se elabora con yema de huevo, almendras, azúcar, canela y una base de hojaldre realizada con manteca de cerdo.
Tumbet (Fornalutx, Mallorca). Una deliciosa receta que combina diferentes hortalizas y verduras que se cultivan en Fornalutx, que se van friendo por separado para después ir creando capas que finalmente son cubiertas con una suave salsa de tomate casera.
