La conocida gamba roja de Dénia se cocina de dos formas muy sencillas: cociéndola con agua de mar, a unos 60 ºC, o bien simplemente a la plancha. Ambas preparaciones garantizan que la gamba conserva todo su sabor y presencia.
Un producto sobre el que un año más la Asociación de Empresarios de Hostelería y Turismo de la Marina Alta y el Ayuntamiento de Dénia (Alicante) —nombrada Ciudad Creativa de la Gastronomía por la UNESCO— convocan una nueva edición del Concurso Internacional de Cocina Creativa de la Gamba Roja de Dénia, que cumple ya su decimotercera edición.
La cita en esta ocasión será el 25 de marzo próximo en el Mercado Municipal de Dénia, un certamen en el que podrán participar todos los cocineros profesionales que estén vinculados con una empresa de hostelería o un centro de formación en gastronomía para dar forma a una propuesta original y exquisita, que pueden inscribirse hasta el 10 de marzo en esta dirección, donde también figuran las bases detalladas del certamen.
La gamba roja de Dénia
La gamba roja debe prepararse procurando mantener la esencia de su materia prima, para que su sabor quede intacto. Por ello, se cocina de dos formas sencillas: simplemente cocida con agua de mar a unos 60 ºC, o bien a la plancha. Así conserva todo su sabor y propiedades: es fuente de vitaminas del grupo B , tiene alto contenido en yodo y hierro, así como en selenio y cinc, que favorecen al sistema inmunológico.
Este tipo de gamba ese pesca en los caladeros situados entre la ciudad de Dénia (Alicante) y la isla de Ibiza, a 600 metros de profundidad, y existen cuatro categorías según su tamaño: la categoría 1, la más grande, es la más codiciada y la más cara, a la que le siguen las siguientes tres categorías, según va descendiendo de tamaño, que no depende de la edad de la gamba sino de su sexo. Las mayores son hembras y las más pequeñas son machos, pero todas son gambas adultas ya que cuando están criando se encuentran a mayor profundidad, a salvo de las redes.
Como curiosidad, este producto tan exclusivo hoy en día, tuvo unos orígenes muy modestos en el mundo de la gastronomía. Ni los pescadores, ni los consumidores le veían provecho alguno, y muchas veces lo devolvían al mar o lo derivaban a la morralla para el caldo de pescado. En Dénia empezó a servirse como tapa de acompañamiento y sin coste alguno, en establecimientos pioneros como el Bar Torres o Casa Pepe, en la calle Diana.