Las nuevas generaciones presumen —y en la mayoría de los casos es cierto— de tener amplios conocimientos gastronómicos, se autodenominan grandes foodies —y, efectivamente, casi siempre lo son— pero, sin embargo, pocos son capaces de cocinar un cocido o una paella sin ayuda, ya que desconocen, o no han llegado a heredar, las recetas de sus familias.
Al menos así se deduce de un reciente estudio llevado a cabo por Gallina Blanca que, en el marco del día mundial de la nutrición, ha querido realizar una radiografía de una nueva generación en España, los Kitchen Orphans (o huérfanos de cocina), la generación que —siempre según este informe— se habría saltado las clases de cocina en casa. El estudio busca también profundizar en hacia dónde evoluciona la sociedad en términos de alimentación, cómo cocinan las nuevas generaciones, si serán sustituidos los platos de puchero por sofisticadas creaciones, o si terminarán primando los platos sencillos y rápidos en nuestras mesas frente a las recetas familares tradicionales.
Y es que, una vez detectada esta primera generación huérfana de cocina, las grandes marcas de la alimentación han tenido que adaptarse a las nuevas necesidades del mercado, ayudando a mantener vivos los platos más tradicionales en formatos adaptados al siglo XXI. Sin embargo, España no ha sido el primer ni el único país en llegar a este punto. En países como Estados Unidos o Reino Unido existen ya varias generaciones que desconocen la tradición de aprender las recetas familiares.
Kitchen Orphans: con raíces, pero sin recetas
De este modo, el estudio define a los Kitchen Orphans como una generación que no ha llegado a heredar las recetas y competencias culinarias de sus progenitores para cocinar los platos más tradicionales que comían en su casa. Pero, a pesar de que esta generación no tenga los conocimientos básicos para elaborar un caldo casero, una paella, o un guiso a partir de los ingredientes básicos, no ha renunciado al deseo de comer bien y, entre tantas nuevas experiencias culinarias de hoy en día, buscan aquellas recetas tradicionales de toda la vida, “como las que comían en casa de la abuela”. Asimismo, y a pesar de no tener los conocimientos “transferidos” de sus predecesores para recrear aquellos tradicionales platos, los Kitchen Orphans buscan fórmulas y soluciones que les ayuden a recrearlos dentro de sus ajetreadas vidas.
Con un perfil que no distingue de sexos, esta nueva generación se compone principalmente de jóvenes urbanitas y se dibuja como una tendencia que se irá incrementando en los próximos años. En España —y en el sur de Europa en general— se comienza a trazar la primera generación de Kitchen Orphans, pero en el norte de Europa van ya por la segunda generación y en Estados Unidos, la mayoría han perdido ya el referente de lo ‘casero’.
“Hay una correlación con la evolución del rol de la mujer en la sociedad, quien, generación tras generación, ha tenido un papel clave en el traspaso de estos conocimientos culinarios entre madres e hijas. Con la incorporación de la mujer al mundo laboral y con la evolución progresiva de la sociedad hacia la igualdad de género, la cocina deja de ser una obligación y pasa a un plano secundario en la escala de prioridades de la vida moderna, haciendo que este perfil de ‘mentora’ se haya ido desvaneciendo poco a poco. Para los Kitchen Orphans, la cocina sigue aportando momentos de disfrute, pero ha dejado de ser una obligación ligada a un rol”, explica Clara Bartra, directora del Growth Center de GBfoods, grupo al que pertenece Gallina Blanca, y responsable del estudio.
