Puente de unión entre dos continentes, Europa y África, punto de encuentro entre el Atlántico y el Mediterráneo, y más tarde puerto de llegada de las novedades procedentes de América, la milenaria historia de Andalucía ha dejado en herencia un inmenso legado cultural, en el que la gastronomía juega un importante papel.
Comer bien en Andalucía es fácil. Los excelentes productos autóctonos que proporciona su geografía diversa y su clima, junto con el legado histórico dejado por los pueblos que habitaron esta tierra, han puesto sobre el mantel una gastronomía rica y variada sin parangón. El Guadalquivir ha creado un valle fértil, a quién da su nombre, y constituye junto a su afluente, el río Genil, el eje fundamental que configura físicamente a Andalucía. Desde su nacimiento en el Este, en la Sierra de Cazorla, a su desembocadura en el poniente, junto a las marismas del Parque Doñana, el Guadalquivir es fuente de vida para un gran número de ricos productos en el territorio que el río atraviesa.
La cocina tradicional andaluza tiene rango de arte culinario autóctono. Del mar, de la huerta, de caza, de la granja… por no hablar de sus excelentes dulces y postres. Platos heredados de generación en generación, basados en la saludable dieta mediterránea, que toman los sabores y aromas de los productos del campo, del mar y de la montaña, los riegan con aceites de oliva con denominación de origen y los acompañan con el magnífico vino andaluz.
Una cocina viva, llena de sabores y aromas, como esta Sopa de Almendras de la bisabuela alpujarreña, una receta del restaurante Ruta del Mulhacén (Pampaneira, Granada) ofrecida por Turismo de Andalucía.
Sopa de almendras alpujarreña
INGREDIENTES
- 1 litro de caldo
- 100 g de almendras
- 2 o 3 dientes de ajo
- 4 rebanadas de una barra de pan del día anterior
- Aceite de oliva virgen extra
- Sal
- Huevo duro y taquitos de jamón
ELABORACIÓN
En una olla ponemos el caldo a hervir.
En una sartén pequeña con un chorreón de aceite freímos los ajos partidos por la mitad y con piel. Reservamos.
En el mismo aceite freímos las almendras con la piel para que conserven todas sus propiedades y se proteja la grasa de la almendra, que no se queme. Reservamos.
Freímos las rodajas de pan, que necesitan una buena cantidad de aceite, por lo que si hiciera falta se añade un poco más.
Trituramos todos estos ingredientes —ajos, almendras y pan— con la batidora añadiendo un poco de caldo y sal. Añadimos esta mezcla al caldo que estaba hirviendo y dejamos al fuego unos diez minutos más.
En un tazón o bol ponemos una buena cantidad de miga de pan y echamos el caldo encima. Esperamos un poco a que el pan absorba el líquido y añadimos más caldo, hasta llenar el tazón. Como adorno final, rematamos con unas rodajas de huevo cocido y taquitos de jamón.
