El Laboratorio de Fitoquímica del Departamento de Ciencia y Tecnología de Alimentos de CEBAS-CSIC ha comprobado que el consumo de brotes de brócoli podría suponer un beneficio para pacientes con obesidad, ya que en esta enfermedad hay un estado de inflamación crónica que puede dar lugar a otras complicaciones de salud como la dislipemia (alteración en los niveles de grasas en sangre) o la diabetes.
Los datos, ofrecidos por la asociación sin ánimo de lucro +Brócoli, indican que el equipo científico de CEBAS-CSIC —institución que colabora de forma activa con esta asociación— también investiga a personas obesas a partir de los resultados clínicos que demuestran que comer brócoli reduce de forma significativa los niveles de colesterol ‘malo’ (LDL), una conclusión relacionada con los trabajos realizados recientemente por el Instituto de Investigación Alimentaria y la Universidad de East Anglia, en Norwich (Reino Unido) y la Universidad de Reading, en Reading (Reino Unido).
Asimismo, investigaciones de la Facultad de Medicina de la Universidad de Connecticut (Estados Unidos) han aportado en los últimos años conclusiones muy alentadoras sobre las bondades del brócoli para el corazón, como que puede mejorar la capacidad de este órgano vital para bombear sangre y reducir los daños que se producen como consecuencia de faltas de oxígeno cuando, por ejemplo, se produce un ataque cardíaco. En estos estudios se pone de manifiesto que el brócoli favorece la producción de proteínas protectoras (tiorredoxinas) y que ayuda a mantener los vasos sanguíneos sanos. A su vez, al ser un alimento rico en selenio, glucosinolatos, flavonoides y otro tipo de nutrientes, concentra gran cantidad de antioxidantes naturales que participan en la eliminación de muchas toxinas del organismo.
Los pacientes que sufren de insuficiencia coronaria (falta de oxigenación del corazón) u otro tipo de problemas cardiovasculares podrían verse beneficiado por el consumo de esta verdura, siempre y cuando no lo tenga contraindicado por preinscripción médica. Es el caso, por ejemplo, de las personas que toman fármacos para el aclaramiento de la sangre o anticoagulantes como el Sintrom, ya que la vitamina K del brócoli puede interferir en la asimilación del medicamento.
Brotes de brócoli y de soja
Los brotes, o germinados, del brócoli contienen una concentración de compuestos bioactivos —vitaminas, flavonoides (antioxidantes, antiinflamatorios, mejoran la circulación, disminuyen el colesterol, etc.), ácidos hidroxicinámicos (antioxidantes) y glucosinolatos— mayor que como generalmente conocemos esta verdura, ya madura. Compuestos todos ellos importantes en la prevención de enfermedades neurodegenerativas, cardiovasculares y cancerígenas, como indica Cristina García Viguera, investigadora principal del Laboratorio de Fitoquímica del Departamento de Ciencia y Tecnología de Alimentos de CEBAS-CSIC, que también colabora con la Asociación sin ánimo de lucro +Brócoli.
Estos germinados (brotes), a su vez llegan a contener diez veces más cantidad de sulforafano (ayuda a prevenir el cáncer) que el brócoli ya maduro. Por lo general, una ración de 30 gramos de brotes supone, como mínimo, el mismo beneficio en este tipo de propiedades que 250 gramos de brócoli desarrollado. Lo que en concreto se traduce en un aporte del 15% de vitamina C, del 4% de fibra dietética y del 2% de calcio necesarios en una alimentación saludable diaria.
La causa principal del mantenimiento casi intacto de las propiedades del germinado es la forma en que se consumen: frescos, sin cocinar, lo que evita la pérdida de compuestos fenólicos (antioxidantes, antiinflamatorios), vitaminas o glucosinolatos que se produce durante la cocción. Pero si además se toman —por ejemplo en ensalada— junto con otros brotes como los de la soja, que aportan al organismo las isoflavonas de las que el brócoli carece, la combinación resulta perfecta y muy saludable.
