La industria de la panadería se ha ido adaptando en los últimos años a los nuevos hábitos y necesidades de los consumidores. La disponibilidad de producto recién hecho en cualquier momento del día ha hecho que el consumo de pan haya aumentado en los últimos dos años, según datos del Panel de Consumo del MAGRAMA. […]
La industria de la panadería se ha ido adaptando en los últimos años a los nuevos hábitos y necesidades de los consumidores. La disponibilidad de producto recién hecho en cualquier momento del día ha hecho que el consumo de pan haya aumentado en los últimos dos años, según datos del Panel de Consumo del MAGRAMA.
Como resultado, el pan de segunda cocción impera en el mercado. Una nueva tecnología de elaboración del pan que apareció en España hace unos veinte años, consistente en la cocción del producto en dos tiempos, manteniendo intactas mediante el frío todas las propiedades y garantías de calidad del alimento.
En este sentido, la Asociación española de la industria de la panadería, bollería y pastelería (Asemac) ha querido recordar que el proceso de elaboración del pan parte siempre de las mismas materias primas, harina, agua y sal, a las que se le añaden levaduras para lograr que la masa fermente. Aunque no existe un sólo método de panificación, ya que varía en función del tipo de pan a elaborar, concurren unas características comunes en todo proceso.
Toque final en el punto de venta
Tras el amasado, la fermentación y una primera cocción se lleva a cabo el enfriamiento y la congelación del pan. Cuando el pan sale del túnel de congelación se empaqueta inmediatamente en una bolsa de plástico bien cerrada y se introduce en cajas de cartón especiales para congelación.
A continuación, el producto se almacena a temperatura constante no superior a menos 14º C y se transporta hasta el punto de venta en vehículos congeladores, para no romper la cadena de frío, que garantizan la temperatura adecuada de congelación o en su caso refrigeración.
Por último, ya en el punto de venta, se realiza la segunda cocción para ofrecer al consumidor un producto listo para su consumo. De esta manera, asegura Asemac, el producto conserva las mismas propiedades y beneficios nutricionales durante más tiempo y permite al consumidor disfrutar de pan de calidad recién hecho cuando lo necesite.
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