Investigadores de la Universidad de Jaén han desarrollado una herramienta capaz de analizar y vigilar con mayor precisión la erosión del suelo y su impacto en los olivares, una iniciativa que podría ayudar a los agricultores a estimar con antelación posibles daños futuros y a establecer así medidas preventivas.
Así se asegura en un reciente artículo de la publicación especializada estadounidense Olive Oil Times firmado por Paolo DeAndreis, añadiendo que este nuevo método podría aportar a los productores una mejor comprensión de cómo cambia el suelo de los olivares a lo largo del tiempo —su composición, volumen, forma y otras características— ofreciéndoles un nuevo conjunto de herramientas para planificar sus operaciones.
El equipo, del Centro de Estudios Avanzados en Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Jaén (UJA), ha estado estudiando fotografías aéreas tomadas durante varias décadas para evaluar las condiciones cambiantes del suelo de los olivares.
«Las fotografías aéreas recogidas por plataformas de aviones convencionales o por aviones teledirigidos se acoplaron a datos LiDAR (Laser imaging detection and ranging) para hacer modelos digitales de superficie. Estos modelos digitales de elevación (DEM) son representaciones exactas de las alturas del suelo», explica Tomás Fernández, uno de los autores del estudio.
Erosión del suelo y su impacto en los olivares
De este modo, comparando los DEMs obtenidos de décadas de fotografías aéreas y LIDAR, se creó un nuevo conjunto de datos. «En España hemos tenido vuelos aéreos periódicos sobre el territorio desde 1956. Desde 2004, esto ha sucedido cada dos o tres años y los vuelos no tripulados pueden ser operados cuando sea necesario. Por lo tanto, podríamos comparar los DEM de diferentes fechas y el resultado de esta comparación, los DEM diferenciales, nos permite identificar las áreas en las que la superficie del suelo disminuye —las áreas de erosión— y los lugares en los que la superficie del suelo aumenta, las áreas de deposición“, añade el investigador de la Universidad de Jaén.
Al cuantificar estas áreas y las alturas de erosión o de deposición asociadas a ellas, los investigadores pudieron evaluar los volúmenes de material implicados en las cambiantes formas del suelo. «Hemos calculado un aumento de dos pulgadas por año en algunos sectores de los barrancos desde 1984 hasta la actualidad, y pérdidas de suelo de hasta 50 toneladas por hectárea y año, casi el doble de las pérdidas medias anuales estimadas en la provincia de Jaén», asegura Tomás Fernández.
Los investigadores también determinaron que durante los periodos de máxima actividad, cuando la erosión del suelo se aceleró, como de 2009 a 2010, el ritmo de erosión alcanzó los 50 cm por año con una pérdida total de 450 toneladas por año por hectárea, un aumento de diez veces en comparación con las pérdidas medias que fueron estimadas por los expertos y los agricultores antes de que se completara este estudio.
