Viajar por Cataluña es realizar un fascinante recorrido por sus paisajes, sus tradiciones y el saber de todo un pueblo, pero también es probar su cocina y sus sabores, que ayudan a entender la auténtica esencia de la tierra, con platos que hablan de la historia del territorio, de las costumbres de la gente y de la vida presente y futura.
Y es que Cataluña es un país hecho de recetas: arroces, guisos, asados, embutidos, dulces… Suquets y ranxos que son como un sabroso paseo por las playas y los caminos de ronda de la costa, cazuelas y arroces que transportan a las huertas y las norias, los guisos y los asados que tienen aires de montaña, y las setas y las trufas, deliciosos aromas silvestres.
Porque la variedad de ingredientes y materias primas de la tierra catalana es, sin duda, la base de una cocina única. Desde los cereales autóctonos, los panes de payés, los arroces de Pals y el Delta del Ebro y los quesos de pastor hasta la infinidad de variedades de judías y garbanzos, las hortalizas, las setas, las carnes de caza, los frutos del mar y los aceites de oliva, todos y cada uno de estos singulares productos conforman un patrimonio agroalimentario incomparable. Y probarlos es la mejor forma de acercarnos al trabajo de todos los que comparten esta pasión: campesinos inquietos, artesanos intrépidos, pescadores dedicados, viticultores comprometidos, e incluso cocineros de renombre internacional.
Los sabores de Cataluña son el legado de la cocina doméstica de todo el país, pero también se han forjado en los restaurantes de alta cocina, un total de 53 establecimientos catalanes con estrella Michelin que quieren proyectarlos al mundo. Provienen de las bodegas, de las granjas y los corrales, de las almazaras y los molinos, de los pequeños obradores, y también de las ferias y los mercados. Por eso, degustar es andar y conocer hasta los rincones más insólitos del territorio.

Foto: © Agencia Catalana de Turismo
La tradición vinícola a través del enoturismo
Además, si de algo está impregnado el ADN de Cataluña es del vino. Un país de viña y de tradición viticultora viticultora que cuenta con hasta 12 denominaciones de origen. Aquí, grandes y pequeños productores abren las puertas de sus bodegas para que se conozca de cerca su trabajo, que en estos últimos años ha estado especialmente centrado en recuperar y reivindicar variedades autóctonas y respetar al máximo el paisaje y el entorno.
Por ello el enoturismo es una de las grandes apuestas de Cataluña, una actividad que permite descubrir el interior de bodegas monumentales y catedrales del vino modernistas y, a la vez, probar sus variedades y empaparse de los conocimientos de propietarios y enólogos mediante las muchas y muy variadas actividades que las bodegas ofrecen para ayudar a descubrir sus vinos conociendo el territorio: tomar un trago entre viñedos silvestres, probar la antigua cocina de una masía centenaria, adentrarnos en refugios antiaéreos de la Guerra Civil que ahora son cavas de guarda o, sencillamente, compartir una comida de vendimia en una cabaña de piedra seca de más de 100 años, por ejemplo.
Y eso no es todo, ya que además hay multitud de tradiciones y eventos en el país que giran en torno al vino: vendimiar durante unos días y participar así en esta fiesta milenaria, bailar en los festivales de música que se celebran en bodegas, disfrutar de recitales de poesía ante prensas del siglo XVI o divertirse con la familia recorriendo un viñedo en una yincana infantil… hay opciones para todos los gustos, y nunca mejor dicho.

Foto: © Agencia Catalana de Turismo
Esencia mediterránea también en el aceite
También el mundo del aceite de oliva ha seguido un camino similar. El interés y el esfuerzo por recuperar variedades locales y de máxima calidad ha llevado al sector a su mejor momento. Argudell, vera, palomar, corbella o fraga son algunas de las variedades que han ampliado la paleta de sabores más allá de la arbequina y han dado todavía más calidad al sector. Un tema apasionante que podemos descubrir en profundidad a través del oleoturismo, recorriendo las rutas del aceite de las Garrigues, Siurana, Terra Alta, Baix Ebre-Montsià i Empordà, las cinco denominaciones de origen protegidas. Una experiencia que nos abrirá las puertas a auténticos paisajes rurales y a las más antiguas tradiciones.
En definitiva, para explorar Cataluña no hace falta ningún mapa ni guía. Basta con el recetario, que nos llevará donde deseemos, tanto si buscamos calma y aislamiento en la naturaleza como si lo que nos interesa es la arquitectura moderna, los sabores populares o las creaciones de vanguardia. Porque vayamos donde vayamos, Cataluña brinda siempre momentos memorables alrededor de la mesa para todo el mundo.
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