Para el 2016 que ahora comienza, Cantabria ofrece a lo largo de sus poco más de 5.000 kilómetros cuadrados múltiples y muy variadas opciones para disfrutar de unas vacaciones o una sencilla escapada, ya sea en familia, en pareja, con amigos o en solitario.
Y dentro de las muchas posibilidades que brinda esta tierra azul y verde, Cantabria propone algunos planes para el año que entra, pero sobre todo invita a que sea el propio viajero quien descubra otras muchas.
Camino Lebaniego. Cantabria ya está preparando las celebraciones del Año Jubilar Lebaniego que tendrá lugar en 2017, ya que en este año el 23 de abril, festividad de Santo Toribio coincide en domingo. Un buen anticipo a este acontecimiento de carácter religioso y cultural es recorrer la ruta del Camino Lebaniego, que junto con el Camino de Santiago por la Costa ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad.
Esta ruta entronca con el Camino de la Costa en San Vicente de la Barquera y parte desde esta localidad marinera atravesando municipios como Val de San Vicente, Herrerías, La Masón, Peñarrubia, Cillorigo de Liébana hasta llegar a Santo Toribio de Liébana. A su paso se van sucediendo magníficos exponentes del patrimonio histórico y cultural, paisajes naturales únicos y pequeñas aldeas de montaña. Además, en todo el Camino es posible degustar excelentes platos y productos típicos de la gastronomía cántabra. Este Camino ha sido utilizado por los ‘crucenos’ o ‘cruceros’, peregrinos que llegaban hasta Santo Toribio de Liébana para venerar las reliquias de Santo Toribio y el ‘Lignum Crucis’, el mayor trozo de la cruz de Cristo que se conserva, desde la Edad Media. Cantabria cuenta con una singularidad frente a otros lugares y es la coincidencia de dos caminos de peregrinación cristianos.
Iniciarse al surf. Cantabria es tierra de surfistas, de hecho fue un cántabro el que introdujo este deporte en España, concretamente en las playas de El Sardinero en la década de los 60 del siglo pasado. Desde entonces en muchas de las playas de la región es habitual ver a lo largo de todo el año a los surfistas y sus tablas cabalgar sobre las olas. En total son más de 250 kilómetros de litoral expuesto al mar abierto, donde se abren arenales en los que practicar este divertido y estimulante deporte. Desde el este al oeste sus playas ofrecen, además de las condiciones necesarias para la práctica del surf, instalaciones, escuelas y otro tipo de servicios dirigidos a los surfistas. Entre las playas con más adeptos a las olas, están las de Santander, la Primera y Segunda del Sardinero, o la del Bocal, en la que recientemente se surfeó la ‘Vaca gigante’, una ola de más de cinco metros que surge a pocos metros de la costa.
Frente a Santander está Somo, que fue declarada primera reserva de Surf de España y a la que acuden todo el año cientos de aficionados a disfrutar de sus olas. Al oeste de Santander están las dos playas del Parque Natural de las Dunas de Liencres, Valdearenas y Canallave, para expertos del surf. No muy lejos está Suances, cuyas playas, La Concha, Los Locos y La Tablía son lugares tradicionales de surferos, especialmente la playa de los Locos. Finalmente, San Vicente de la Barquera y su gran arenal es también un territorio surfer. Y si nos vamos al este de Cantabria, nos encontramos con las playas de Berria en Santoña, Cuberris en Ajo o la playa de Noja, todas ellas con una importante tradición surfera.
La Cantabria gastronómica
Una gran opción para redescubrir Cantabria es degustar la región a través de sus platos y productos más representativos, diferenciando en cada zona lo más típico en ella. Si vamos a la zona pasiega es obligado catar sus quesos, sus guisos de cabrito y cordero, unas alubias y, por supuesto, los reyes de los ríos de esta comarca: la trucha y el salmón. Antes de partir hay que parar a comprar sobaos y quesadas en cualquiera de los muchos obradores que hay en este rincón verde de Cantabria.
Si estamos por la zona del Asón-Agüera hay que aprovechar para tomar unas contundentes alubias rojas estofadas, un salmón o unas angulas, quesos de la zona y, de postre una leche frita y cualquier elaboración con mermeladas de Ramales. En Trasmiera y la costa oriental el pescado es el rey, y como producto más representativo las anchoas, tanto las de Santoña, como las de Colindres, Laredo o Castro Urdiales. Pero no olvidemos las marmitas de bonito, las sardinas asadas, los pescados al horno o a la sal, una langosta de Noja y como acompañamiento unos ricos pimientos de Isla.
Al otro lado, en la costa occidental, también vamos a encontrar un gran surtido de pescados y mariscos, el bonito, los bocartes, los percebes, las nécoras, los centollos, las ostras… son parte de la despensa marina de la zona. Aquí los postres son de hojaldre, las famosas ‘corbatas’ de Unquera. En Liébana la gastronomía se vuelve de alta montaña, pero incluye productos propios de otras latitudes. Los quesucos, el queso picón, el cocido lebaniego, los guisos de cabrito y cordero o los embutidos, conviven con las cerezas y los frutos secos. Imprescindible acabar una buena comida con un té del puerto y un orujo.
Al sur de Cantabria, en los valles de Campoo y Valderredible nos adentramos en territorio de la meseta, y en las mesas de la zona vamos a encontrar las ollas ferroviarias, los chuletones, la miel de brezo y las setas. Son también típicas las patatas de Valderredible y las pantortillas de Reinosa.
En el epicentro de Cantabria, en la zona de baña el río Besaya podemos degustar carnes y quesos de la zona, y en otoño las ‘magostas’ de castañas. Un postre típico en esta comarca son las polcas de Torrelavega. Y en los valles de Saja-Nansa lo típico es el cocido montañés, pero también las carnes de tudanca, la caza, las truchas y el salmón, y como postre la leche frita y el arroz con leche.
Naturaleza plena
El vértigo de la aventura. La geografía de Cantabria, tanto la de interior como de litoral, ofrece todas las posibilidades para aquellos que quieren huir de la rutina y experimentar sensaciones más intensas en plena naturaleza. Los aficionados al esquí y los deportes de invierno tienen en Alto Campoo 23 pistas con 27,8 kilómetros esquiables, un snowpark y un circuito de fondo de 4,5 kilómetros.
El subsuelo de la región también ofrece excelentes opciones para los más atrevidos. Si nos vamos a El Soplao, en Saja-Nansa, la joya geológica de Cantabria, se puede realizar el recorrido de turismo-aventura, 6 kilómetros por túneles, galerías y salas repletas de estalactitas, estalagmitas, pisolitas o perlas de las cavernas y todo un abanico de formaciones geológicas. Ya en el valle del Asón, con más de 4.500 cavidades entre las que están la Torca del Carlista, en cuyo interior caben tres campos de fútbol, hay también una serie de cuevas visitables con diferente grado de dificultad que se pueden recorrer todo el año. En el entorno de los valles pasiegos está el parque de la Naturaleza de Cabárceno, uno de los espacios turísticos más populares de la región, y que permite una modalidad de visita ‘salvaje’ en la que se accede a algunos recintos de animales como los elefantes, los gorilas, rinocerontes…
Los amantes de la alta montaña tienen su paraíso en Liébana, donde la Cordillera Cantábrica y los Picos de Europa conforman un paisaje de picos y valles entre los que se pueden practicar todo tipo de deportes de aventura. Desde el parapente, el barranquismo, escalada, marchas de media-alta montaña, vías ferratas, rutas en bicicletas de montaña, a caballo o en quad… Y para una aventura tranquila pero emocionante, una subida en el teleférico de Fuente Dé, que salva un desnivel de 753 metros para trasladar al visitante al corazón de los Picos.
Pero en toda Cantabria es posible realizar múltiples actividades: canoas y kayaks por los ríos de la región o en zonas de rías y marisma, deportes náuticos, excursiones en velero o en barcos de pesca, rutas guiadas por la naturaleza, excursiones con raquetas de invierno… todo lo que los amantes de la naturaleza pueden desear.
Fiestas todo el año
Es otro de los alicientes que tienen los visitantes que se acercan a Cantabria. Prácticamente todos los meses del año hay eventos y fiestas de diferente carácter, desde las que entroncan con la tradición más secular, a otras citas más recientes. Como ejemplo, las catalogadas de Interés Turístico Nacional:
- En enero tenemos dos: la Vijanera de Silió, el primer carnaval del año, y el Auto Sacramental y la Cabalgata de los Reyes Magos en Santillana del Mar.
- En febrero llega el carnaval marinero de Santoña con su juicio en el fondo del mar, el también llamado carnaval del Norte.
- En la primavera llegan la Pasión Viviente de Castro Urdiales, una magnífica representación por las calles de la villa en la que participan cientos de vecinos; y la Folía en San Vicente de la Barquera, la fiesta de los marineros en honor a su Virgen.
- En julio, de nuevo Castro Urdiales con su Coso Blanco el primer viernes de mes.
- Ya en agosto llegan algunas de las fiestas más populares como el Día de Cantabria, la Gala floral de Torrelavega, la Batalla de Flores de Laredo y las Guerras Cántabras en Los Corrales de Buelna.
- En otoño es el Día de Campoo el que llena Reinosa de carretas y deportes autóctono, y la Fiesta del Orujo nos traslada a Liébana, hasta una de sus tradiciones seculares.
