Para conservar todo su sabor y propiedades, el queso necesita de unos determinados cuidados y precauciones. Especialmente en verano, cuando las altas temperaturas amenazan la integridad de muchos de los alimentos de los hogares, entre ellos y, especialmente, el queso.
Por ello, la quesería Pajarete (Villamartin, Cádiz), ha querido ofrecer una serie de claves y recomendaciones, muy prácticas, para conservar el queso en sus mejores condiciones también en los meses más cálidos.
Conservar el queso en verano
FORMATO Y TIPOS DE QUESO. Para aumentar considerablemente el tiempo de duración de un queso, siempre es preferible comprarlo entero antes que abierto.
Además, hay que tener en cuenta que el queso blando se conserva menos tiempo que el curado, debido a su alto contenido en agua. Se evitará el nacimiento de bacterias y hongos consumiéndolo antes, conservándolo en frío un máximo de 15 o 20 días.
Los quesos de cabra que superen el kilo pueden llegar a mantenerse intactos durante 1 o 2 meses. En cuanto a los de oveja, la duración aumenta a varios meses. En definitiva, mientras más dura sea la pasta y más grasa la leche, mejor será su maduración y conservación.
LA TEMPERATURA. La temperatura perfecta de conservación depende en buena parte del tipo de queso:
- Los de pasta dura entre los 8 y 12 grados.
- Los de pasta blanda entre los 4 y los 8 grados
- El queso fresco no debe subir de 4 grados.
Por este motivo, es recomendable utilizar los cajones de verdura o por la parte más alta del frigorífico, ya que son las zonas más frías.
Por último, es importante recordar que, a la hora de su consumo, conviene que su temperatura esté entre los 18 y los 25 grados, de modo que el tiempo que debe transcurrir desde que se saca de la nevera hasta que se consume será mayor dependiendo de la estación en la que nos encontremos.
EL ENVOLTORIO. El mayor problema que plantea la nevera, frente a otras opciones menos comunes como las bodegas, es que proporciona un ambiente frío seco, lo que aumenta la desecación. Para evitarlo, es necesario envolver el queso de forma correcta.
Se puede usar el envase original, papel film o un paño humedecido, que permitirá que siga con su maduración. «Eso sí, cuidado con apretarlo demasiado», comentan desde la quesería Pajarete. Otras opciones válidas serían:
- Los recipientes herméticos o tuppers. No recomendable con el queso blando, ya que puede fermentarse y provocar mal olor.
- Colocar en la nevera un cazo con agua y, sobre él, una rejilla donde se situaría el queso. Funciona muy bien.
- En el caso de los quesos con moho en su superficie, optar por un trapo de algodón previamente sumergido en agua salada.
LA CONGELACIÓN. Y, finalmente, si lo que decidimos es congelarlo directamente, hay que tener en cuenta que, en el caso de los quesos blandos perderán un poco de sabor, y en el caso de los duros se desmenuzarán con el corte. En cualquier caso, es recomendable hacerlo en pequeñas porciones.
