Los expertos centran el debate sobre longevidad en la calidad de vida y no en la cantidad de años. En este sentido, coinciden en que hoy, más que nunca, parece que somos lo que comemos y sabremos cómo estaremos de salud también gracias a nuestra alimentación diaria.

La longevidad y sus efectos fueron el tema de debate de la mesa redonda organizada la pasada semana por el Observatorio de Bienestar de IMF Business School, bajo el título Vivir más de 100 años. El camino de la longevidad, un encuentro en el que los expertos reunidos abordaron preguntas como: Vivir más de 100 años. Se puede, ¿pero a qué precio y con qué calidad de vida? ¿Los 60 son los nuevos 40, los 80 los nuevos 60 y así sucesivamente? o ¿Cuánto hay de realidad y cuánto de ciencia ficción?, entre otras.

“El envejecimiento es una enfermedad crónica y a partir de los 35 años nuestras glándulas envejecen. Lo que hacemos a partir de entonces es tratar ese desgaste igual que los que tienen epoc se tratan con aerosoles o los diabéticos con insulina”, apuntaba Francisco Martín Peñalver, de la Clínica Neolife, uno de los ponentes, junto al sociólogo Juan Manuel Martín, Clara Parapar, investigadora de la Fundación general CSIC, José Luis Mazuelas, consejero delegado de Fundación Vidaplus, y la nutricionista Elisa Blázquez, de la Clínica de Medicina Integrativa de Madrid.

Lorenzo Dávila, director del departamento de Investigación de IMF Business School, y moderador de la charla, planteó la diferencia entre la esperanza de vida y el nivel de vida que podemos alcanzar. Para fijar un punto de partida, Dávila invitaba a los participantes a que pusieran una edad concreta. Un reto que recogía José Luis Mazuelas: “lo que está haciendo la ciencia es investigar y avanzar de manera exponencial. Vamos a vivir muchos más años y con mucha más calidad de vida, pero poner una cifra es complicado… más bien es imposible”.

Para Clara Parapar es difícil responder a esta pregunta sin contar con el cambio experimentado en nuestras condiciones de vida, porque nuestra edad de jubilación actual no se parece en nada a la de décadas anteriores. “Hay un aumento de la esperanza de vida gracias a la tecnología y la ciencia, pero las condiciones y el desarrollo económico también influyen. “Efectivamente puede que los 60 sean los nuevos 40”, aclaraba la investigadora del CSIC, que quiso dejar claro que a los investigadores no les preocupa tanto la edad a la que se llega, sino las condiciones.

Alimentación y longevidad

Hoy más que nunca parece que somos lo que comemos y sabremos cómo estaremos de salud también gracias a nuestra alimentación. “Hoy nos enfrentamos a la cronificidad de las enfermedades, por eso trabajamos mucho en la prevención, porque nuestro estilo de vida afecta a la propensión de las enfermedades”, explicaba Elisa Blázquez, detallando cómo en las distintas zonas del planeta donde se observa una mayor esperanza de vida se cumplen ciertos patrones comunes, como el consumo de antioxidantes. Dos palabras para entender el presente: nutrigenética y nutrigenómica.

Pero el debate también tiene una vertiente ética y de pura supervivencia. “Si llegamos a ser 9.000 millones de personas, veo una convivencia complicada. Porque hablamos siempre de una longevidad desde el punto de vista de países de la OCDE, pero ¿qué pasa en los países no tan desarrollados? ¿Es sostenible que todos vivamos 120 años? Probablemente no. Porque hoy ya hay gente que vive 100 años y otros que no llegan a los 45. Hay que pensar en una redistribución de recursos”, sostenía finalmente Juan Manuel Martín.

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El papel de la alimentación en el debate sobre la longevidad
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El papel de la alimentación en el debate sobre la longevidad
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Según los expertos hoy, más que nunca, parece que somos lo que comemos y sabremos cómo estaremos de salud también gracias a nuestra alimentación diaria.
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