A pesar de que la acuicultura tiene una historia de más de cuatro mil años, no ha sido hasta casi apenas cincuenta cuando la humanidad se ha decidido —ya por razones de necesidad— a domesticar el mar y convertirlo en una actividad con un gran futuro. Una actividad en la que España está a la cabeza de la acuicultura europea y es un referente a nivel mundial.
Una de las principales cuestiones que preocupa a las grandes potencias mundiales es el cómo garantizar la alimentación del planeta, junto con un crecimiento sostenible y respetuoso con el medio ambiente. Y, en esta línea, existen numerosas razones para pensar que la acuicultura puede llegar a ser la ganadería del futuro. Partiendo de su medio natural, no hay que perder de vista que el 70% de la superficie del planeta es agua. A su vez, los animales acuáticos son más eficientes en la conversión de su alimentación sus homólogos terrestres. Es decir, necesitan consumir menos alimento para incrementar su peso. Y en lo que a la reproducción se refiere, sus capacidades de reproducción también son mucho más elevadas.
Acuicultura española
Si bien la acuicultura tiene una historia de más de 4.000 años, no ha sido hasta casi apenas 50 años cuando la humanidad se ha lanzado a domesticar el mar y convertirlo en una actividad con un gran futuro.
Industrialmente, la historia de la acuicultura es muy reciente —apenas cincuenta años, aunque tiene una historia de cuatro mil— y, todavía hoy, el sector está superando algunos retos, como son el hecho de que no todas las especies tienen la misma facilidad para ser reproducidas en cautividad o la disponibilidad de materias primas para su alimentación. Sin embargo, los avances logrados en este sector en las últimas décadas están teniendo un crecimiento exponencial con grandes logros en los que España lidera muchos de los éxitos obtenidos. De hecho, España está a la cabeza de la acuicultura europea y es un referente a nivel mundial.
Y lo es, no sólo por su volumen de producción, o porque sea un país rodeado de costas, sino por otros muchos motivos, como que el pescado criado las costas españolas lo hace en unas condiciones absolutamente controladas a diario por técnicos, buzos, veterinarios y expertos que, durante los casi dos años que un pescado de crianza necesita para alcanzar su peso mínimo comercial, están en permanente vigilancia y control de todos los parámetros que afectan a la calidad, especialmente los que tienen que ver con la seguridad del pescado y del consumidor: el tipo de alimentación, el bienestar animal, la calidad del agua….
Crianza de nuestros mares
Con la finalidad de que el consumidor pueda distinguir el pescado fresco de acuicultura en el punto de venta, la Asociación Empresarial de Acuicultura de España (APROMAR) ha creado el sello ‘Crianza de Nuestros Mares’ que identifica el origen de las doradas, lubinas y corvinas criadas en España.
Un pescado de calidad y muy fresco, porque ha salido del mar tan solo unas horas antes de que llegue a las pescaderías. Y es que el sello no solo garantiza el origen de nuestras costas, sino que está sujeto a unos estándares de calidad certificados por Bureau Veritas, con unos niveles aún más exigentes que los que establece la normativa actual, tanto española como de la propia Unión Europea.
