La conocida Ternera Avileña fue la primera Denominación de Carne Fresca amparada en España y con reconocimiento en la legislación de la Unión Europea, bajo el nombre de Indicación Geográfica Protegida (IGP) Carne de Ávila.
Un cuarto de siglo ya de historia como IGP, un gran futuro por delante, y un presente avalado por un producto cuya calidad da lugar a elaboraciones culinarias como estos Flamenquines de Ternera Avileña, una receta ofrecida por la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Carne de Ávila.
Flamenquines de ternera avileña
INGREDIENTES
- 4 filetes muy finos de tapilla de Carne de Ávila
- 4 lonchas de jamón serrano
- 4 lonchas de queso cheddar
- Sal
- Harina
- Pan rallado
- 2 huevos
- Aceite de oliva virgen extra
ELABORACIÓN
Ponemos los filetes en una tabla. En cada uno de ellos colocamos una loncha de jamón y otra de queso cheddar. Si lo consideramos oportuno, añadimos un poco de rúcula, si no lo dejamos tal cual. Enrollamos el filete con la mezcla elegida.
Pasamos cada uno de los rollos por harina, después por huevo batido y, finalmente, por pan rallado.
Calentamos el aceite en una sartén y freímos cada uno de los rollos por todos los lados. (Lo adecuado es que el aceite cubra un dedo toda la sartén y que la temperatura sea alta, pero que no llegue a salir humo).
Cuando estén listos, los vamos colocando en una bandeja sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
Un poco de historia
Si nos remontamos a los orígenes, el testimonio más antiguo de la explotación bovina en esta zona lo encontramos en el periodo de la prehistoria, representado por los conocidos Toros de Guisando, conjunto escultórico de figuras de piedra del pueblo vetón que se encuentra en el cerro de Guisando y que pertenece al término municipal de El Tiemblo (Ávila).
Es ya en la época romana cuando los bovinos avileños se presentan tirando de las carretas o en rutas de trashumancia. En los siglos XIV y XV se abren ferias de mercados, y el tráfico de mercancías y de ganado es intenso. En esta época toma importancia la Ternera de Castilla, siendo testimonio de aquel tiempo la Ermita de Ávila, popularmente conocida como “de las vacas”, en la que existe un cuadro que reproduce estos bovinos.
Más tarde, en el siglo XVIII, la Raza Castellana cobra importancia como bovino de trabajo y en la segunda mitad del siglo XIX surgirá la Raza Serrana, que con el paso del tiempo y debido a los cruces con otras razas, evolucionará dando lugar a la Avileña – Negra Ibérica.





