Algunos de los nuevos hábitos que se han impuesto durante el confinamiento ocasionado por la crisis sanitaria como, por ejemplo, las compras en un mayor volumen del habitual o la cocina en familia como actividad de ocio, podrían llevar consigo una serie de riesgos en materia de desperdicio alimentario.

Es una de las principales conclusiones que se extraen de la jornada El impacto medioambiental del desperdicio de alimentos, organizada por AECOC, la Asociación de Fabricantes y Distribuidores, en la que, coincidiendo con la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente el pasado viernes 5 de junio, administraciones, empresas y chefs han analizado las implicaciones que tiene sobre el planeta la pérdida de alimentos, tratando de avanzar los posibles riesgos que los nuevos hábitos en la era poscovid puedan suponer sobre el desperdicio alimentario como, por ejemplo, la realización de compras de mayor volumen de las que se hacían antes, o la elaboración de una serie de recetas de cocina en familia como actividad de ocio participativa.

Respecto a los hábitos de compra, según los datos de AECOC el 7,5 % de los consumidores reconoce que desde que empezó el estado de alarma ha desperdiciado más comida de lo habitual: mientras antes del confinamiento ocho de cada diez usuarios compraban un mínimo de una vez a la semana, actualmente el 44,7 % de la población afirma que ha reducido esta frecuencia de compra. Y en cuanto a la cocina casera, el 67 % de los consumidores reconoce que ahora dedica más tiempo a cocinar en casa, y el 57,5% asegura que mantendrá esta tendencia una vez pase el confinamiento.

Nuevos hábitos poscovid

Los nuevos hábitos pueden no solo tener un efecto negativo en el desperdicio generado en los hogares, sino que también impactar de forma indirecta al volumen de alimentos perdidos en la distribución. A raíz del COVID-19 el 27 % de los consumidores ha priorizado la compra de carne y pescado envasado en vez de en el mostrador, y un 43 % prefiere comprar las frutas y verduras a granel, que es el formato de venta con el que se produce la mayoría de las pérdidas, a causa mayoritariamente de la manipulación de los artículos por parte de los compradores.

Sin embargo, por el lado contrario, las microdonaciones a entidades locales —que han sido desde siempre una de las estrategias mayoritarias entre los distribuidores para minimizar el desperdicio de alimentos frescos registrado en sus establecimientos— se han visto reforzadas durante la crisis, unas iniciativas que resultan realmente eficientes por su capacidad de complementar las donaciones de productos envasados a los Bancos de Alimentos, por su bajo impacto en emisiones gracias a la proximidad, y por las garantías de seguridad que ofrecen a empresas y beneficiarios del servicio. En esta misma línea, durante la crisis se han multiplicado las donaciones de alimentos por parte de la distribución, relacionadas con diferentes acciones de Responsabilidad Social Corporativa. En concreto, el 76,8 % de las empresas afirma haber incrementado sus donaciones fruto de su compromiso social.

La revalorización de los alimentos

Finalmente, analizando la situación de los últimos meses, el director general de la Industria Alimentaria del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, José Miguel Herrero, aportaba una visión positiva, destacando la revalorización de los alimentos que se ha producido en la población durante el confinamiento. “Estas semanas nos han ayudado a reconectar con nuestra cultura gastronómica y, si bien es cierto que el desperdicio pudo crecer al principio, el hecho de salir a hacer la compra y cocinar en casa nos ha llevado a buscar recursos para aprovechar los alimentos y descubrir recetas de aprovechamiento”.

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Sobre el impacto que los hábitos poscovid podrían tener en el desperdicio alimentario
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Sobre el impacto que los hábitos poscovid podrían tener en el desperdicio alimentario
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Algunos de los nuevos hábitos que se han impuesto durante el confinamiento como, por ejemplo, las compras en un mayor volumen del habitual o la cocina en familia como actividad de ocio, podrían llevar consigo una serie de riesgos en materia de desperdicio alimentario.
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