La primera edición de la muestra de arte religioso Las Edades del Hombre tuvo lugar en 1988, en la Catedral de la Asunción de Valladolid. Veinte ediciones después, la exposición llega a Toro, tierra de buenos vinos, donde podrá visitarse hasta el próximo 14 de noviembre.
En total, más de 4.500 piezas expuestas y el aval de más de 11 millones de visitantes en total, conforman esta nueva edición de la exposición Las Edades del Hombre que hasta el 14 de noviembre puede ser visitada en Toro (Zamora), reuniendo más de 130 piezas de arte sacro, y algunas no sacras, con el hilo conductor de Aqua, una temática que la exposición aborda desde las perspectivas antropológica, bíblica, ecológica y sacramental. El agua, además de ser un bien natural no exento de contradicción, lo es también cultural y símbolo cargado de religiosidad.
Pedro Berruguete, Juan de Juni, Gregorio Fernández, Francisco de Zurbarán o Salvador Carmona son algunos de los maestros que muestran sus obras en la Colegiata de Santa María la Mayor y la iglesia del Santo Sepulcro de Toro de la ciudad zamorana, célebre entre otras cosas por sus buenos vinos. Pero también hay obras más recientes de artistas contemporáneos como Antonio López o Carmen Laffón.
Arte y vinos
Toro se enclava en una atalaya natural a 739 metros sobre el nivel del mar. Es una ciudad amable, tranquila y llena de parajes cercanos al rio Duero. Su patrimonio arquitectónico y cultural son dignos de visitar. Su principal monumento es la iglesia de Santa María o Colegiata, edificada entre los siglos XII y XIII, románico de transición al gótico. Destaca el cimborrio que remata la cúpula de la nave central y el Pórtico de la Majestad, ricamente decorado y policromado. La portada norte ha sido recientemente restaurada manifestando actualmente todo su esplendor. Y ya en la sacristía sobresale el cuadro de la Virgen de la Mosca, tabla flamenca del siglo XVI, así como el Calvario barroco de marfil y carey.
En el extremo sureste de la provincia, donde confluyen los territorios de Zamora y Valladolid, se extiende la comarca vitivinícola de Toro, una tierra donde ya se fermentaba la uva en la época romana y cuya fama se extiende en el medievo, durante los siglos XII y XIII, cuando se conceden privilegios reales a los vinos de Toro.
El intenso frío del invierno y las altas temperaturas registradas en verano aportan una calidad excepcional a la uva, de forma especial a la variedad autóctona, la tinta de Toro. Además de la variedad principal, se contempla el uso de la casta garnacha. Como variedades blancas están la uva verdejo y la uva malvasía. Por todo ello, Toro es uno de los pueblos con mayor número de bodegas y sede del Consejo Regulador y una de las zonas vitivinícolas emergentes más importantes de España.
