La patata nueva de Málaga, la primera patata española de la temporada, ha llegado esta semana a los mercados de todo el país. Un producto que hasta hace unos años era muy difícil adquirir en la gran distribución, ya que se trata de un alimento muy fresco y con un período de vida más breve que otros tipos de patata.
La patata nueva de Málaga aporta valor a la oferta de patata habitual en esta época, en su mayoría patata de conservación de Francia o patata nueva procedente de países como Israel y Marruecos. Pero también fomenta el consumo de producto autóctono de temporada, hasta el punto de que en esta campaña se prevé comercializar más de 800.000 kilos.
Distribuida por Ibérica de Patatas, desde que la patata nueva de Málaga llegó por primera vez a la gran distribución en 2008, su producción se ha incrementado en un 30% gracias a sus valores de su sabor, calidad y frescura, una iniciativa que ha contribuido a impulsar el cultivo de esta variedad en la zona.
La patata nueva puede encontrarse desde esta misma semana y hasta mediados de mayo en supermercados e hipermercados de toda España. Y es muy fácil identificar: al tocarla, la piel se levanta sin apenas resistencia y al freírla, su color es menos amarillo y su textura más crujiente.
Rica en hidratos de carbono, y de gran importancia en nuestra alimentación cotidiana, los expertos en nutrición recomiendan su consumo a diario, junto con verduras, en ensaladas, legumbres y purés.
Desde América…
La historia de la patata se remonta a los 8000 y 5000 a. C. con los primeros vestigios que indican su cultivo en la zona geográfica comprendida hoy en día por los Andes del sur de Perú y el extremo noroeste de Bolivia. Desde entonces se ha extendido por todo el mundo y se ha convertido en un alimento básico en muchos países.
La difusión de la patata por el continente europeo se produjo fundamentalmente por dos vías: una a través de Irlanda, Inglaterra y los Países Bajos y otra en Portugal, España, Francia e Italia. Los registros de la época son, desgraciadamente, insuficientes pues los cronistas de la época confundían a menudo la patata con otras variedades como el ñame, el tupinambo, la batata y la mandioca, similares en la forma, pero biológicamente son muy diferentes.
