Hace años que las hamburguesas se han convertido no solo en una solución de comida rápida, para salir al paso entre gestión y gestión, sino también en uno de los platos preferidos para una comida familiar. Cuando se trate de este último caso, tanto si la pedimos fuera como si la elaboramos nosotros mismos, resulta […]
Hace años que las hamburguesas se han convertido no solo en una solución de comida rápida, para salir al paso entre gestión y gestión, sino también en uno de los platos preferidos para una comida familiar.
Cuando se trate de este último caso, tanto si la pedimos fuera como si la elaboramos nosotros mismos, resulta muy fácil animar –y añadir valor nutritivo- a la más triste de las hamburguesas, tan solo añadiendo unos cuantos ingredientes frescos que siempre se encuentran en cualquier cocina.
Los adultos no se aburrirán y los niños irán probando, casi sin darse cuenta, nuevos sabores y texturas.
Tipo americano: salsa de tomate, lechuga, mayonesa y encurtidos, tipo pepinillo, berenjena, etc., cortados en rodajas finas.
Barbacoa: salsa de barbacoa, ensalada de col y queso cheddar.
Griega: pepino natural, tomate en rodajas, cebolla roja, aceitunas (sin hueso) y salsa de yogur
Taco Burger: lechuga, salsa de tomate picante, aceitunas negras laminadas y queso
Italiana: pesto, rodajas de tomate y queso mozzarella.
Asiática: brotes germinados, cebolleta picada y salsa de soja
Hawaiana: trozos de piña picada, bacon y salsa teriyaki.
Veraniega: maíz y tomates frescos en rodajas.
Sureña: guacamole, fríjoles (o judías pintas) y queso
Mediterránea: jamón serrano, rodajas de tomate, perejil y rúcula (o lechuga)
Inglesa: láminas de pavo, lechuga picada, pepinillos y salsa sándwich
Para hambrientos: dos croquetas y salsa de tomate