Después de los océanos, el suelo es la mayor reserva de carbono del planeta. Un tercio de todas las especies vivas habita bajo su superficie. Es un bien común, y hoy está en peligro. Es el espíritu que figura detrás de la petición People4soil que ya han firmado más de 25.000 ciudadanos europeos ya han firmado para proteger la alimentación, la salud y la naturaleza.
“Estamos destruyendo el suelo olvidando que garantiza el 95% de nuestra alimentación. El terreno proporciona los nutrientes y el agua necesarios para producir los alimentos. Filtra el agua de la lluvia y la reintegra a su circulación limpia y potable. Regula el clima”, afirma Piero Sardo, presidente de la Fundación Slow Food para la Biodiversidad —una de las organizaciones firmantes de la petición—, añadiendo que se necesitan miles de años para crear unos pocos centímetros de terreno fértil, pero bastan unas pocas décadas para destruirlo, y no es siempre posible recuperar su estructura y fertilidad: si el suelo es pobre en vida e insalubre, es imposible producir una alimentación sana”.
Ayer lunes, 5 de diciembre, se celebraba el Día Mundial del Suelo, fecha en la que 430 organizaciones —más de 25.000 ciudadanos— pidieron a Europa, a través de la petición People4soil, dar un derecho a la tierra y salvar los suelos.
Entre sus argumentos: imaginemos una nación europea de tamaño mediano, como Hungría, Portugal o la República Checa. Ahora imaginemos toda la superficie de esa nación cubierta de hormigón y asfalto. Esa misma superficie es la cantidad de tierra agrícola ocupada por asentamientos humanos e infraestructuras, en los últimos 50 años, en los 28 países de la Unión Europea (UE).
Además —añaden en su manifiesto— el suelo se está consumiendo a un ritmo alarmante, a pesar de la crisis que afecta al sector de la construcción en muchos países. Cada año, 1.000 kilómetros cuadrados de áreas anteriormente cultivadas se sellan con nuevas construcciones. Al mismo tiempo, el mercado europeo de productos básicos cubre sus crecientes necesidades de cultivos y alimentos para animales importándolos de terceros países, donde la agricultura intensiva extiende su presión sobre millones de pequeños agricultores, empujándolos a abandonar sus campos para emigrar hacia las zonas suburbanas. Es una contradicción flagrante para una Unión Europea continental que surgió con el objetivo de garantizar la seguridad alimentaria de todos los ciudadanos y que ahora está tratando de gestionar los flujos relevantes de migrantes procedentes del África subsahariana, donde se cultivan muchos campos para las empresas europeas.
El suelo se agota
La tierra utilizada para urbanización es sólo la punta del iceberg, ya que el suelo en Europa se enfrenta a muchas amenazas y daños: más de 250.000 espacios de terreno tienen suelo químicamente contaminado, casi la mitad de los suelos agrícolas están amenazados por el agotamiento de la materia orgánica, existen graves problemas de pérdidas de suelo por salinización, millones de ha están siendo erosionados por la lluvia y el viento. La desertificación está avanzando en muchos países mediterráneos, haciendo sus cultivos cada vez más sensibles a las sequías y plagas como consecuencia del cambio climático.
«Europa tiene el deber de preservar su recurso natural más importante: el suelo». Este es la llamada que hacen los promotores de la iniciativa ciudadana europea (ICE) People4soil para salvar los suelos, una petición oficial a la Comisión Europea, para que desarrolle un marco jurídico específico, en el que se fijen los principios y las normas que deben cumplir cada Estado miembro para poner freno a las amenazas de la función del suelo como generador de alimentos y de la vida.
Hoy en día no hay reconocimiento legal de los servicios ecológicos, sociales y económicos que los suelos sanos pueden proporcionar a los europeos, ni deberes legales para que las partes alcancen un objetivo común, al igual en lo que respecta a la rehabilitación de suelos contaminados, o la salvaguardia de los sumideros de carbono del suelo o la prevención del sellado de suelos por asentamientos e infraestructuras. Esto es precisamente lo que la red People4soil quiere cambiar.
Las primeras 25.000 firmas ya se han recogido en la web oficial de la petición. «Todos los ciudadanos europeos adultos pueden firmar» subrayan Los organizadores, añadiendo: «Tenemos dos objetivos muy desafiantes: reunir un millón de firmas en septiembre de 2017 y ganar el pleno reconocimiento de la tierra como patrimonio común a proteger, para el bienestar de los europeos».
