Las flores en el Valle del Jerte anuncian cada año que dentro de pocas semanas llegan las primeras cerezas y picotas, jugosas y saludables. La floración de los cerezos no se produce siempre en las mismas fechas, sino que depende de las condiciones meteorológicas que haya durante el invierno, aunque lo normal es que se produzca durante los últimos diez días de marzo y los primeros de abril.
El Valle del Jerte, en el norte de Extremadura, es famoso por la floración de los cerezos en primavera; un increíble espectáculo de más de un millón de árboles tiñendo de blanco las laderas del valle. Las flores anuncian que dentro de pocas semanas llegan las cerezas y picotas, jugosas y saludables.
La floración de los cerezos no se produce todos los años en las mismas fechas, depende de las condiciones meteorológicas que haya durante el invierno. Lo normal es que se produzca durante los últimos diez días de marzo y los primeros diez días de abril.
La floración dura entre doce y catorce días y es un momento de celebración para toda la comarca que festeja la Fiesta del Cerezo en Flor declarada Fiesta de Interés Turístico Nacional. Este año se inaugurará en Barrado, el 1 de abril y la clausura será en Piornal, el 9 de abril. Una fiesta que se celebra, desde hace ya más de cuarenta años, como un momento de júbilo en el que el agricultor agradece y aplaude la inminente llegada de la próxima cosecha.
Cultivo tradicional
Siguiendo una tradición familiar de siglos, los cerezos se cultivan artesanalmente en bancales labrados en las altas montañas del Valle del Jerte, entre manantiales y aire puro. Sólo en un entorno único, con un microclima privilegiado, pueden cultivarse unas de las mejores cerezas de España y la Picota del Jerte que es una variedad originaria del Valle. Únicamente existen cinco variedades certificadas con la Denominación de Origen Protegida, cuatro de ellas pertenecientes al grupo de las Picotas del Jerte de características similares: Pico Limón Negro, Pico Negro, Pico Colorado y Ambrunés, esta última la más apreciada por ser la que más tiempo madura en el árbol al sol, y por tanto es la más dulce, y la única variedad con pedúnculo llamada Navalinda.
Este tipo de cultivo abancalado, que se transmite de generación en generación, también repercute significativamente en la calidad y propiedades saludables de las cerezas y picotas. Estos frutos son una fuente de salud puesto que contienen ocho vitaminas, hierro, magnesio y calcio, gran cantidad de antioxidantes y fibra, además de pocas calorías.
Las Picotas del Jerte son un producto exclusivo que se distingue por su sabor y dulzura. Son las únicas que se desprenden del árbol sin rabito, pero hay más características que las diferencian del resto: su textura carnosa y más crujiente, su tamaño de un calibre de menor tamaño —comprende desde los 22 a los 26 milímetros— y su sabor más dulce y su color. Su cultivo natural y su recogida y tratamiento tradicionales multiplican sus propiedades y permiten que lleguen a los mercados en el momento óptimo para el consumo.
Este producto cada vez está más demandado tanto en el mercado nacional como internacional, sobre todo en Alemania y en Reino Unido. El 60 por ciento de la producción de Picotas del Jerte se exporta.
