Una variedad de ciclo largo y maduración tardía, que mantiene un color muy verde hasta el final de la maduración y luego se vuelve dorada, que en cuanto a particularidades organolépticas se distingue por sus aromas a flores blancas e hinojo. Una uva blanca con carácter que tiene una acidez alta y una cierta carga tánica, idóneo para elaborar blancos de guarda.

Se trata de la Rufete Serrano Blanco, a la que el Boletín Oficial de Estado acaba de reconocer como una uva con identidad y genotipo propio, lo que significa que, si el Boletín Oficial de Castilla y León lo aprueba en los próximos meses, y tras incluirlo en el pliego de condiciones del Consejo Regulador, la cosecha 2020 será la primera en la que los productores de la Sierra de Salamanca podrán comercializar vinos elaborados con esta variedad amparados por la Denominación de Origen Protegida, después de más de diez años de tramitación.

“Es mucho lo que se ha conseguido, porque el Rufete Serrano Blanco es identitario de la Sierra de Salamanca y culmina el trabajo de muchas personas. Aunque antes se la conocía con otro nombre, se la tiene mucho cariño. Hay mucha gente que, aún sin estar legalizado, han apostado por ello y han realizado nuevas plantaciones con la fe de que esto llegaría”, explica el presidente de la D.O.P. Sierra de Salamanca, Agustín Maíllo.

Y es que esta variedad, antes conocida como Verdejo Serrano —a pesar de no tener nada que ver con la uva por antonomasia en la zona de Rueda— se encuentra salpicada en los majuelos tradicionales de la Sierra, pero se empleaba como variedad ‘mejorante’ de los tintos para aportar acidez y volumen. En la historia de la DOP Sierra de Salamanca solo se ha calificado un vino blanco, en el año 2010. En la actualidad, seis bodegas de las nueve acogidas elaboran vinos con Rufete Serrano Blanco y esperan que en la presente vendimia puedan ser calificados por el Consejo Regulador.

Rufete Serrano Blanco, identidad y genotipo propio

“El Rufete Serrano Blanco tiene un gran potencial y futuro. Se trata de una variedad de ciclo largo y maduración tardía, un aspecto muy positivo frente al calentamiento global. Mantiene un color muy verde hasta el final de la maduración y luego se torna dorada, es la última en ser vendimiada, después del Calabrés”, argumenta Miquel Udina, director técnico de la Denominación de Origen.

Se trata de una uva que está presente en toda la Sierra, se da mejor en viñedos en altitud y está perfectamente adaptada a los diversos microclimas, a los suelos de granito y a los de pizarra. Tiene una piel gruesa, por lo que es resistente a enfermedades como la botrytis, aunque es sensible al oídio y el rendimiento de prensado es moderado. Además, tiene una acidez alta y una cierta carga tánica, idóneo para elaborar blancos de guarda.

En cuanto a las particularidades organolépticas, se distingue por sus aromas a flores blancas e hinojo. En boca es graso, voluminoso, sutil y largo. Una uva blanca con carácter.

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La Rufete Serrano Blanco, reconocida como uva con identidad y genotipo propio
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La Rufete Serrano Blanco, reconocida como uva con identidad y genotipo propio
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Una variedad de ciclo largo y maduración tardía, que mantiene un color muy verde hasta el final de la maduración y luego se vuelve dorada, que en cuanto a particularidades organolépticas se distingue por sus aromas a flores blancas e hinojo. Una uva idónea para elaborar blancos de guarda.
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