Cada día más, industrias como la agroalimentaria, cosmética, química o farmacéutica, están realizando importantes esfuerzos para buscar alternativas que no requieran del empleo de fuentes fósiles y que disminuyan la cantidad de recursos necesarios para la elaboración de sus productos.
Una tendencia, ya imparable, hacia un modelo más sostenible en el que la biotecnología puede aportar soluciones como, por ejemplo, las que el centro tecnológico AINIA está desarrollando en forma de biofactorías: microorganismos que tienen la capacidad —natural o inducida— de producir sustancias (moléculas) de interés industrial con un elevado rendimiento. Entre las sustancias que pueden ser obtenidas con biofactorías figuran enzimas, pigmentos, principios activos farmacéuticos, ingredientes bioactivos para alimentos funcionales, bioconservantes, bioplásticos…
En muchas ocasiones, para la obtención de estas moléculas se necesitan cantidades muy grandes de materia prima —como es el caso de algunos aromas y compuestos bioactivos—, o se obtienen de fuentes con limitaciones éticas o ambientales. Es en estos casos donde las biofactorías pueden representar una solución. También pueden aplicarse las biofactorías para obtener moléculas con funcionalidades novedosas, como principios activos farmacéuticos o cosméticos que se están consiguiendo a partir de determinadas células de mamíferos y de plantas.
En algunos casos, las biofactorías se basan en cepas naturales que se consiguen trabajando en condiciones especiales. En este sentido, AINIA dispone de una colección propia de más de 400 cepas naturales con diversas funcionalidades que pueden aportar un valor diferencial a sectores tan diversos como el agrícola, alimentario, cosmético, químico o farmacéutico. En otras ocasiones, las moléculas no se producen de forma natural y es necesaria la modificación genética. “Estamos trabajando en la creación de nuevas herramientas de ingeniería genética para poder llevar a cabo el diseño de genes para la producción de diferentes tipos de proteínas de una forma más rápida y eficiente”, explicado Begoña Ruiz, responsable del departamento de biotecnología de AINIA.
Microorganismos para la industria agroalimentaria
Entre las numerosas posibilidades que existen en el desarrollo y aplicación de la biotecnología un ejemplo es el sector agroalimentario, donde AINIA está trabajando en la mejora de procesos fermentativos tradicionales a través de la optimización de bioprocesos. También en el desarrollo de cultivos con funcionalidades específicas para la mejora o la personalización de productos.
La biotecnología también está presente en las herramientas de diagnóstico en el campo de la alimentación y la salud, para realizar estudios de efectos saludables y terapéuticos: antiinflamatorios, antioxidantes, antitumorales… Asimismo, está avanzando rápidamente en las aplicaciones en calidad y seguridad alimentaria (detección, identificación y caracterización de microorganismos patógenos, alterantes, etc.)
En cuanto a su aplicación en el medioambiente encontramos la depuración biológica avanzada de aguas; la producción de biogás o biometano mediante digestión anaerobia; el desarrollo de nuevos bioproductos a partir de desechos orgánicos o la biodegradación de polímeros, entre otros.
