Los orígenes de la piscifactoría de Riofrío se remontan a 1963 cuando un navarro, el doctor Domezain, decidió expandir su negocio de truchas en Riofrío, un pequeño pueblo de Loja, en Granada, que a partir de ese momento creció notablemente gracias a su iniciativa de dedicar un importante espacio a la acuicultura.
Construyó la piscifactoría primitiva alrededor de la infraestructura de la Hidroeléctrica San José, a tan solo 300 metros del manantial. La temperatura del agua es estable entre 14 y 15 grados, y la propia naturaleza se encarga de mantenerla en condiciones óptimas. En la sierra, además, no existe actividad agrícola, ganadera ni humana, y el agua, por tanto, está libre de pesticidas y fertilizantes.
Treinta años más tarde, se consiguió recuperar en cautividad el esturión Acipenser naccarií, especie casi extinta y que es autóctono del río Guadalquivir y de otros ríos del sur de Europa. Riofrío se encuentra en la misma cuenca fluvial y sus condiciones hídricas de pureza y temperatura permitieron, desde el primer día, reproducir el hábitat natural de los peces. El esturión es de origen prehistórico y su crecimiento es lento, de hecho, el caviar se extrae de las hembras, como media, tras catorce años de crianza. De ahí sus matices en cuanto a sabor y color, y que sea sutil y muy apreciado por gourmets de todo el mundo, entre ellos, reputados chefs.
Fue también en la década de 1990 cuando un decreto de la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) declaró el esturión como una especie en peligro de extinción y, por tanto, prohibía su pesca. Los productores ya no podían capturar los enormes ejemplares del Mar Caspio, lo que les obligó a buscar piscifactorías con las condiciones óptimas, como era el caso de Caviar de Riofrío.
Pasados unos años, Caviar de Riofrío fue adquirido en 2011 por un sólido grupo finlandés, Caviar Empirik OY, propietaria también de otras granjas de caviar en su país de origen.
Vuelta a los orígenes
Y ahora, esta empresa fundada en la década de los 60 del pasado siglo inicia una nueva etapa dado que los propietarios actuales recuperan más que nunca su esencia y origen. Se trata de la sociedad Riofrío 1963, cuyo consejero delegado es Carlos Cadenas Sicilia, quien afronta el presente y el futuro convencido de que entre manos tienen una verdadera joya.
Unos nuevos propietarios que han tenido que hacer frente a una de las etapas más dramáticas de la empresa: en septiembre de 2018 unas lluvias torrenciales causaron daños materiales en la piscifactoría norte —que ocupa dos tercios de la extensión total, 44.000 metros cuadrados, así como la muerte del ochenta por ciento de los esturiones. Se realizó una gran inversión económica y se pudo atender la mayoría de la demanda. Caviar de Riofrío siempre ha sido una empresa de carácter familiar, con cerca de veinte empleados; precisamente, fruto del esfuerzo de los trabajadores y de los nuevos propietarios, se prevé la reapertura en la primavera de este año 2020.
