Harina de garbanzos, soja o lentejas, de centeno, alforfón, espelta, avena, o arroz… son harinas alternativas al trigo, que se utilizan en la elaboración de panes exquisitos gourmet, con multitud de beneficios nutricionales. Además, las harinas que no provienen de cereales no contienen gluten y pueden resultar una excelente opción para las personas celíacas.
Los cereales no sólo son la base del pan, sino de la mayoría de patrones alimentarios que existen. El trigo es el cereal que más peso tiene en la dieta mediterránea, y uno de sus usos más comunes es la obtención de harina para elaborar pan. Pero el trigo no tiene por qué ser la única opción para la elaboración de harina: según la iniciativa Pan Cada Día, existen otras alternativas que, por sus cualidades nutricionales y su perfil organoléptico, resultan excelentes para hacer que la dieta diaria sea más rica y equilibrada.
Existe una gran variedad de tipos de harina de alta calidad para satisfacer los gustos o necesidades específicas de los consumidores, tanto de trigo como de otros cereales, y en los últimos tiempos la oferta se ha incrementado con la producción de harinas de pseudocereales y leguminosas. Éstas, debido a su composición, suelen acompañarse de otras harinas o componentes con los que se pueda hacer pan y le doten de la consistencia necesaria.
Harinas alternativas
Más allá de los cereales, las legumbres pueden ser una alternativa interesante, otro modo de hacer harina, gracias a sus cualidades nutricionales y a que, al no provenir del cereal, no contienen gluten.
El garbanzo, la soja o la lenteja son buenos candidatos para transformarlos en harina y lograr una mayor aportación de proteínas, fibra, vitaminas del grupo B y minerales como el hierro y el magnesio. Los panes que contienen este tipo de harinas tienen una textura suave y esponjosa y, en algunos casos, como los elaborados con harina de garbanzo, destacan por su intenso sabor.
Por otro lado, la popularidad de la harina de avena va en aumento por ser una de las que mayor contenido en proteínas tiene y porque contribuye a controlar el colesterol gracias a su alto contenido en beta-glucano, un tipo de fibra soluble que ayuda a reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares. También contiene varios componentes que actúan como antioxidantes para compensar la acción de los radicales libres.
En cuanto a la harina de arroz, se trata de otra variedad compatible con personas intolerantes al gluten y también puede ser también blanca o integral, como la de trigo. Su sabor es muy suave y puede contribuir a obtener panes húmedos en el interior y con la corteza crujiente.
También conocido como alforfón o trigo negro, se cree erróneamente que el trigo sarraceno es un cereal. Sin embargo, se trata en realidad de un pseudocereal proveniente de una planta herbácea, que aporta un alto contenido en fibra e hidratos de carbono y que, al no tener gluten, también hace de él una estupenda opción para los que padecen celiaquía.
Por último, la harina de centeno, muy utilizada en el norte de Europa y popular también en zonas del norte de España, aporta densidad y sabor al pan, además de un característico tono oscuro. Los panes con centeno tienen un alto contenido en fibra e hidratos de carbono de liberación lenta, lo que contribuye a mantener la sensación de saciedad. Además, tiene un elevado contenido en vitaminas y minerales, así como ácido linoleico, que contribuye a mejorar la circulación sanguínea.
