La localidad navarra de Burgui, en el Valle de Roncal, vivirá este próximo sábado, 2 de mayo, una de las fiestas con más sabor de las que se celebran en la primavera pirenaica: el Día de la Almadía, la gran fiesta del agua y una de las tradiciones más ligadas a la vida del Pirineo.
Declarada fiesta de Interés Turístico Nacional, el Día de la Almadía consiste en el descenso de dos almadías por el río Esca durante un recorrido que termina en el puente medieval de la localidad navarra de Burgui, tras el salto de la presa.
Una comida popular, un mercado tradicional, animación, actuaciones musicales y actividades culturales, deportivas o folclóricas para toda la familia forman parte del programa para antes y después del evento más esperado: la llegada de las almadías poco después del mediodía y su espectacular descenso por la presa de Burgui.
Desde el siglo XVI
La localidad navarra organiza anualmente una fiesta singular en torno a una de las tradiciones más ligadas a la vida del Pirineo que se remonta al siglo XVI, cuando se utilizaba el río Esca para transportar la madera desde sus bosques hasta los valles del sur de Navarra y Aragón.
En este pequeño pueblo del valle de Roncal se rinde homenaje todos los años a aquellos hombres que durante siglos transportaron la madera por éste y otros ríos y también a sus familias y a quienes han sabido transmitir sus conocimientos a las nuevas generaciones.
Feria del Queso Roncal
El día grande de la fiesta es el sábado día 2 de mayo, que comenzará con un repique de campanas y la apertura de la feria del Queso con Denominación de Origen Roncal. A la misma hora abrirá sus puertas también la Feria de mercados medievales de antaño a cargo de la Asociación de Alimentos Artesanos de Navarra. Durante toda la mañana habrá puestos de venta y demostración de elaboración artesanal de alimentos y oficios tradicionales.
Tras el salto de la presa y la llegada de las almadías a Burgui tendrá lugar la presentación oficial de la campaña 2015 del queso Roncal, un queso de formato cilíndrico, bien cortezado, compacto y de corte frágil, cerrado pero salpicado de pequeños orificios de tipo regular, de color blanco marfil, tirando a amarillo pálido y con un sabor recio, pronunciado, ligeramente picante, muy definido y mantecoso al paladar. En su composición no entran elementos ajenos a la leche, el cuajo y la sal, de manera que nunca ha perdido su sabor y aroma característicos.