“El medio ambiente necesita protección y los campesinos necesitan dignidad, al igual que nuestra comida”. Es el concepto básico contenido en la Declaración de Pekín, con la que la organización Slow Food ha cerrado su primer evento de importancia en China.
Del 23 al 26 de septiembre se celebró el Festival de Slow Food Beijing, un evento que ofreció una nueva perspectiva ‘Slow’ a este país asiático con una antigua cultura alimentaria e introdujo Slow Food a un público nuevo y muy amplio.
En la clausura del festival, delegados internacionales de la organización provenientes de más de veinte países presentaron la llamada Declaración de Pekín (Beijing Declaration):
“China representa muchas cosas y principalmente es reconocida por su comida, algo arraigado a su cultura e historia. Sin embargo esta identidad está siendo cada vez más diluida.
Hoy en día la comida no solamente es poco saludable, sino que se encuentra sucia y contaminada —tal vez este es el precio que pagamos por décadas de un rápido desarrollo—, ha sido producida en grandes cantidades, de manera banal, sin sabor, y separada de su raíz e identidad.
Treinta y cinco años de reforma y liberalización llevaron a la China a un desarrollo económico rápido, lo que perjudicó a la producción agrícola, ya que la calidad disminuyó dramáticamente al separar el alimento local del sistema alimentario, un fenómeno global. Miles de animales y especies de plantas desaparecen cada año, igual que productos alimentarios que han formado parte de la identidad y dieta humana por siglos. El consumo distorsionado está agotando los recursos del planeta y dañando los ecosistemas donde vivimos. La seguridad alimentaria se ha convertido en una preocupación nacional en todo el mundo y en la China.
A inicios del año 2015, el primer ministro de la República Popular de China anunció que tomaría una postura de “cero-tolerancia” sobre violaciones y crímenes en contra de la seguridad alimentaria de la gente de su país. Esta ley pretende ser la más importante en la historia de la seguridad alimentaria y entrará en efecto precisamente mañana, 1 de octubre de 2015.
El medio ambiente necesita protección y los campesinos necesitan dignidad, al igual que nuestra comida, su industria, su distribución y tal vez lo más importante, su cultura, la cual es muy importante para la gente de China y del resto del mundo.
Particularmente en tiempos donde la comida es abundante, aun en áreas rurales, el alimento se mantiene como una experiencia cultural e intelectual. Por esta razón necesitamos preservar la naturaleza, continuar produciendo estos tesoros culturales de alimentos y las tradiciones que las han creado.
Confucio comentó alguna vez que no comía alimentos fuera de temporada, recalcando la importancia de recolectar y preparar hierbas y alimentos en concordancia con el Yin y Yang para asegurar que las hierbas y alimentos absorban la esencia vital de la naturaleza, optimizando el aroma, sabor y nutrición. La cultura china tan amplia y profunda es un capitulo esplendido en el contexto de civilización mundial, además de encontrarse alineada con los conceptos de Slow Food sobre la preservación de la biodiversidad y el consumo de alimentos de temporada.
Hace 30 años, cuando Slow Food internacional fue fundada en Italia, su fundador Carlo Petrini dijo, “…toda persona debe tener acceso a comida buena, limpia y justa”. Hoy en día Slow Food está presente en más de 170 países.
Ahora, Slow Food ha llegado a la China. La organización sin fines de lucro Slow Food China se dedicará a celebrar las tradiciones alimentarias tan ricas de China y a proteger la biodiversidad comestible. Por esta razón, el Arca del Gusto es un proyecto crucial para que retornen aquellos alimentos olvidados a las granjas y posteriormente al comedor.
Debemos desarrollar una red amplía que crecerá y trabajará para mejorar a China. Debemos asegurar que nuestros hijos tengan un futuro brillante y que cualquier persona pueda acceder a los alimentos buenos, limpios y justos. Este cambio se inicia ahora, al pensar diariamente sobre nuestra comida.”