La lista de beneficios que la lactancia materna tiene para la salud, presente y futura, tanto de la propia madre como de los niños y niñas, es prácticamente interminable y, además, cada poco tiempo incorporan nuevas pruebas científicas. Pero, además, a estos beneficios hay que unir otros menos conocidos, como son los que tiene desde el punto de vista de la sostenibilidad y el bienestar del planeta.
Así lo asegura la profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) e investigadora del grupo de investigación FoodLab de la misma universidad, Anna Bach Faig, quien explica que esta forma de alimentación aporta otro tipo de ventajas cuya repercusión aún no es lo suficientemente conocida por buena parte de la población, y que cada vez cobra más importancia en el contexto sanitario, climatológico y medioambiental actual: sus beneficios desde el punto de vista de la sostenibilidad y el bienestar del planeta.
“Se trata de un alimento natural y renovable, que no deja huella de carbono en el medioambiente; no requiere envasado, transporte ni combustible para su producción, preparación y consumo, y tampoco produce desechos. Estas son las principales razones por las que la lactancia materna tiene un protagonismo creciente en todas las iniciativas dirigidas a mejorar la sostenibilidad medioambiental” comenta la profesora de la UOC.
Lactancia materna y medio ambiente
De hecho, desde hace ya unos años, cada vez hay más literatura científica que demuestra el estrecho vínculo que existe entre esta opción alimenticia y fenómenos como el cambio climático. Una de las investigaciones más recientes en este sentido fue la llevada a cabo por expertos del Imperial College de Londres (Reino Unido), publicada en el British Medical Journal y que arroja datos muy reveladores como, por ejemplo:
- Dar el pecho durante seis meses supone un ahorro de entre 95 kg y 154 kg de emisiones de CO2 por bebé en comparación con la leche de fórmula.
- La cantidad de agua caliente necesaria para calentar los biberones de la leche de fórmula implica un gasto anual de energía equivalente al de cargar doscientos millones de teléfonos móviles.
De hecho, este año la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que se celebrará del 1 al 7 de agosto, pone el foco precisamente en este importante impacto en la salud planetaria, destacando el papel de la leche materna como elemento principal de un sistema alimentario sostenible, además de otras ventajas desde el punto de vista medioambiental. En este sentido, la profesora colaboradora del máster universitario de Nutrición y Salud de los Estudios de Ciencias de la Salud de la UOC y profesora de la sección de Fisiología de la Facultad de Farmacia y Ciencias de la Alimentación de la Universidad de Barcelona, María José Rodríguez Lagunas, comenta: “El pecho de la madre es el mejor envase que existe: estéril, capaz de dosificar la cantidad exacta que requiere el bebé y a la temperatura óptima. Sustituir esto por una leche de fórmula implica el uso de recursos adicionales: por un lado, el empleo de envases procedentes de la propia fórmula infantil, pero también el consumo de agua, el uso de los biberones y las tetinas, los productos para esterilizarlos, los calentadores, etc.”
Y es que uno de los aspectos que más se están teniendo en cuenta a la hora de determinar las ventajas medioambientales de la lactancia materna frente a la leche de fórmula es el efecto de ambas en la huella ecológica —la medida del impacto de las actividades humanas sobre la naturaleza—, un tema sobre el que varios estudios han realizado comparaciones entre ambos sistemas basándose en factores como las fuentes de energía, las emisiones de carbono, los desechos o la huella hídrica —volumen total de agua dulce utilizada para producir bienes y servicios—, y los resultados indican que en todos estos aspectos, las ventajas de la leche materna son incuestionables.
“Optar por la lactancia materna evita el impacto negativo en la huella ecológica que proviene de los ingredientes de la fórmula infantil, tanto de la leche como de otros componentes añadidos como aceites, vitaminas, etc. de la producción del preparado en sí misma y de su transporte. Por ello, dar el pecho no es solo más saludable para el bebé, sino que también lo es para el medio ambiente, asegura María José Rodríguez Lagunas.
