Sábado por la mañana en Briones, una pequeña localidad riojana con poco más de 850 habitantes situada en un cerro sobre la margen derecha del río Ebro y rodeada de ricos viñedos, como corresponde a la zona de la Rioja Alta en que se encuentra. De hecho, este privilegiado pueblo fue el escenario en que se rodó la conocida serie televisiva ‘Gran Reserva’.
Y a escasos metros del centro de Briones, más de 1.000 personas visitando ese mismo sábado por la mañana el sorprendente Museo Vivanco de la Cultura del Vino: 4.000 metros cuadrados en seis salas dedicadas a poner en valor la relación que ha tenido el hombre y el vino durante 8.000 años de historia. Incluido un bello espacio exterior, el Jardín de Baco, que contiene una colección de vides única con más de 220 variedades de todo el mundo.
En total, más de 6.000 piezas relacionadas con el mundo del vino reunidas y expuestas con un único objetivo: educar, enseñar, divulgar e interactuar con el vino como elemento civilizador. Y todo realizado desde la experiencia, la sensibilidad, el respeto y la innovación. El sueño durante muchos años de un visionario, Pedro Vivanco, hecho realidad y puesto en marcha por sus dos hijos, Santiago y Rafael Vivanco.
Historia centenaria
La historia comienza hace cien años, cuando el bisabuelo de la actual generación, Pedro Vivanco González, empezó a elaborar en Alberite (La Rioja) las uvas de un pequeño viñedo que tenía la familia. Su hijo, Santiago, continuó con aquel pequeño negocio con la ayuda de su esposa, Felisa, una mujer decidida que comenzó a comercializar el vino en una tienda de venta al público y que animó a estudiar a su hijo, Pedro, comenzando así a alimentar en la familia la llama de la Cultura del Vino.
Pedro Vivanco empezó con 14 años repartiendo vino con una bicicleta por todo Logroño. Luego recorrió La Rioja y sus provincias limítrofes en un camión, comenzó a enamorarse del vino y decidió que si no estudiaba no podría dedicarse a su pasión. Se fue a Requena, estudió enología y viajó por el mundo. Y empezó a coleccionar todo tipo de objetos relacionados con el vino. El negocio creció, adquirió algunas viñas, empezó a embotellar, a criar barricas, a prosperar…
El vino se lo había dado todo a esta familia y quisieron devolvérselo de alguna manera. De este sentimiento nació en 2004 el Museo Vivanco de la Cultura del Vino, el mayor referente de la labor de la Fundación Vivanco. Un gran espacio moderno y funcional que acoge las colecciones que la familia ha ido adquiriendo durante tantos años. Como centro de divulgación el museo es una iniciativa emprendedora y ambiciosa, que se ha convertido en punto de referencia internacional sobre el vino, su historia, las técnicas de elaboración, su investigación y todas las manifestaciones culturales y artísticas que giran en torno a él.
Experiencias en torno al vino
Pero el Museo es tan solo una de las propuestas de todo un complejo enoturístico diseñado para ofrecer a los visitantes una completa experiencia de 360 grados alrededor del mundo del vino: visitas a la bodega y viñedos, aperitivo en la cafetería, comida con producto de la tierra y guiños a la ‘cocina del vino’ en su restaurante, enotienda, cursos y catas, espacios para la celebración de eventos, talleres infantiles y hasta un club, el Club Vivanco Barrica en el que los socios disfrutan de un Reserva único, no disponible en el mercado, especialmente seleccionado de un número muy limitado de barricas y del que además se puede personalizar la etiqueta.
Los viñedos. La Rioja es diversidad. La orografía, el tipo de viento, el color del suelo… Cada metro, cada salto de un pueblo a otro es un cambio en el paisaje. Cada variedad necesita unas condiciones para dar lo mejor de sí misma. Una, como la garnacha tinta, requiere más horas de luz. Y otras, como el tempranillo, agradecen el frescor de las noches y las maduraciones lentas. Por eso Vivanco dispone de viñedos a lo largo de prácticamente todo el territorio de La Rioja, en poblaciones tan diferenciadas como Briones, San Vicente, Badarán, Alesón, Alberite, Villamediana, Agoncillo o Tudelilla.
La vendimia. Todas las uvas se vendimian a mano en pequeñas cajas de diez kilos para evitar roturas y asegurar la máxima integridad del fruto. El momento de vendimia se decide, principalmente, después de un riguroso seguimiento de la maduración a través de la cata de uvas parcela a parcela.
La bodega. Un espacio subterráneo, funcional y muy estético a la vista. El edificio se realizó bajo el suelo con el objetivo de eliminar la menor parte posible de viñedo y para minimizar el impacto ambiental. Al hacer la bodega subterránea también se lograba favorecer unas condiciones de temperatura y humedad equilibradas de manera natural todo el año, imprescindibles para la buena conservación y crianza del vino en barrica o en tino de roble.
Los vinos. Vivanco ha seleccionado las mejores uvas de viñedos propios para elaborar una gama de vinos modernos, atrevidos y con personalidad, que resumen el carácter emprendedor e innovador de estas bodegas: vinos criados que reinterpretan desde el viñedo y la moderna elaboración y crianza las tradicionales categorías de Rioja, como el Crianza y el Reserva. Vinos jóvenes que destacan por la frescura e intensidad frutal como expresión de la influencia atlántica y altitud de nuestros viñedos, como un viura-malvasia-tempranillo blanco o un tempranillo-garnacha rosado. O la Colección Vivanco —producciones muy limitadas de las variedades tradicionales, autóctonas y minoritarias de Rioja— formada por ‘4 Varietales’, ‘Parcelas de Garnacha’, ‘Parcelas de Mazuelo’, ‘Parcelas de Maturana Tinta’, ‘Parcelas de Graciano’ y ‘4 Variedades Dulce de Invierno’.
El restaurante. Tradición, producto de la tierra, creatividad en los fogones y sofisticación en la mesa caracterizan la cocina de este restaurante abierto al público en general, pero también para cualquier evento, congreso o celebración familiar. Una gastronomía que entiende el vino no sólo como acompañamiento, sino también como materia prima con la que elaborar sus platos.
Documentando el vino
Y para recoger, reunir, recopilar y organizar todo este material, además de las muchas y variadas informaciones y datos que el vino y su mundo alrededor —la viña, el cultivo, la alimentación, el arte, la ciencia… — han ido ofreciendo a lo largo de sus 8.000 años de historia, Vivanco ha creado un impresionante y eficaz Centro de Documentación del Vino para aglutinarlas, para catalogarlas, de modo que se encuentren a disposición de todo aquel que desee consultarlas —historiadores, doctorandos, enólogos, elaboradores, estudiosos del vino o sencillamente aficionados— ya sea visitando el propio Centro o bien a través de esta dirección.
En total, más de 13.000 documentos digitalizados —libros, fotografía, documentación antigua, postales, minutas, sellos, matasellos, ex libris o música— de materias tan variadas como vinos, gastronomía, viticultura, enología, agricultura, arquitectura de bodegas riojanas, arqueología o vinificación.