La novedosa tecnología blockchain (cadena de bloques) está basada en una estructura de base de datos definida, en la que no se puede ingresar ni registrar de manera inmutable ninguna transacción o elemento de información, a menos que las partes involucradas hayan dado su consentimiento.

Después de cierto tiempo, las transacciones realizadas hasta ese punto se combinan en bloques y se les proporciona una suma de comprobación, conocida como valor hash, y una marca de tiempo. Una vez realizada una entrada verificada, nunca se puede cambiar.

Según los estándares actuales, esto significa que esta tecnología se considera especialmente segura. Los nuevos bloques están unidos a una cadena de bloques que ya está establecida. Así, la cadena de información crece y todos los participantes en la red siempre tienen la misma copia de los datos cifrados, que pueden verificar en cualquier momento y en tiempo real.

El blockchain en la industria alimentaria

De esta manera, todos los involucrados en el proceso de producción tienen conocimiento en todo momento de lo que está sucediendo con el producto o sus ingredientes. Desde el campo del agricultor en el que, por ejemplo, se cultivan las patatas, hasta su almacenamiento, transporte y procesamiento. Pero antes de que esos datos se incorporen a la cadena de blockchain, deben ser verificados por todos los involucrados en la red. En última instancia, esto le brinda al consumidor una cadena de información ininterrumpida que puede ser examinada en cualquier momento y que garantiza que, en este caso las patatas, se fabricaron y procesaron en condiciones óptimas.

Y en esta línea, la compañía alemana Siemens ha combinado la tecnología blockchain con su sistema operativo abierto de IoT (Internet of Things – Internet de las Cosas) basado en la nube, MindSphere, para lograr una mayor transparencia a lo largo de todo el ciclo de vida del producto, desde su producción hasta la venta final al consumidor. La unión de ambas tecnologías proporciona, tanto a consumidores como a fabricantes, la seguridad de que el producto se ha procesado de manera óptima y le otorga plena confianza en que el sello ‘orgánico’ que ve en la etiqueta ha sido conseguido gracias a una metodología ecológica en su proceso de producción. A través de un código QR, el comprador puede tener acceso a toda la información disponible sobre los orígenes de los componentes individuales del producto, así como a las condiciones de producción, transporte y embalaje.

Además, el fabricante puede mejorar la trazabilidad y la calidad de su producto. De esta manera, un productor de, por ejemplo, patatas fritas con sede en Valencia, que compra las patatas en Murcia, la sal en Francia y el aceite de oliva en Andalucía, puede tener acceso inmediato a toda la información:

  • Lugar y modo en la que fueron almacenadas las patatas por el agricultor
  • Si se cumplieron todas las normativas alimentarias y de sanidad
  • Forma en la que se pelaron, lavaron, cortaron y secaron
  • Cantidad de sal
  • Temperatura del aceite
  • Calidad del empaquetado
  • Y hasta datos sobre las condiciones del transporte

Con toda esta información, el fabricante puede extraer conclusiones sobre las condiciones de producción y modificarlas, si así lo considera, en caso de que sea necesario.

Resumen
Lo que el blockchain puede aportar a la industria alimentaria
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Lo que el blockchain puede aportar a la industria alimentaria
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Una tecnología, el blockchain, que permite que todos los involucrados en el proceso de producción de un alimento tengan conocimiento, en todo momento, de lo que está sucediendo con el producto o sus ingredientes.
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