Coincidiendo con el Día mundial de las abejas, que se celebra el próximo 20 de mayo, la organización Slow Food ha puesto en marcha la campaña internacional ‘Slow Bees’ en defensa de estos polinizadores, para conseguir una mayor repercusión, alcance y visibilidad de las amenazas a las que se enfrentan las abejas y otros polinizadores y, por consiguiente, las plantas y la biodiversidad del planeta.
Y es que cerca de un 75 % de los cultivos alimentarios mundiales depende de la polinización animal. Según la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), hoy en día las especies se enfrentan a unos índices de extinción entre cien y mil veces más altos de lo normal, debido al impacto del ser humano. Para responder a esta devastadora estadística, en el Día mundial de las abejas los activistas de Slow Food plantarán arbustos o árboles orgánicos con floración para procurar una fuente de alimentación limpia para los polinizadores.
“Somos un grupo diverso de personas que creemos que hablar sobre el mundo de las abejas y los polinizadores es la clave para observar, estudiar, evaluar y proteger la biodiversidad, un grupo que, además, procura que los conocimientos tradicionales, antiguos e indígenas sobre las prácticas agrícolas sostenibles sean los protagonistas. Sabemos que no puede haber polinizadores sanos si no hay suficientes flores orgánicas durante toda la temporada de cultivo, y por eso pedimos a la gente que actúe”, declaran los responsables de la coordinación de las actividades de Slow Food durante el Día mundial de las abejas.
Pesticidas mortales para las abejas
Simbólicamente, el 20 de mayo los representantes de los Estados Miembro de la UE se reunirán para debatir la introducción de normas de valoración de toxicidad, conocidas como el Documento de orientación sobre las abejas, desarrollado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) en 2013. Sin embargo, la EFSA solo aplicó las nuevas normas a la evaluación de tres neonicotinoides —clotianidina, tiametoxam e imidacloprid—, que se prohibieron en la UE en 2018. A día de hoy, los gobiernos nacionales de la UE todavía no han ratificado el uso del Documento de orientación de 2013 en el resto de decisiones sobre pesticidas.
A Slow Food le preocupa que en ausencia de unas normas estrictas de seguridad se sigan usando pesticidas letales para las abejas. Además, esto también favorece que sigan apareciendo nuevos pesticidas en el mercado, y hace que la aplaudida prohibición de los tres pesticidas neonicotinoides que se aprobó en Europa el año pasado resulte ineficaz. Slow Food está convencida de que, para salvar a las abejas, la Unión Europea debe prohibir todos los pesticidas que resulten mortales para las abejas, en lugar de limitarse tan solo a tres de ellos.
