Rincón de Soto ha comenzado ya la campaña de recogida de la pera. La localidad riojana que da nombre a la Denominación de Origen Protegida es la primera en comenzar la cosecha, que se extiende después hacia el este en la zona de producción, Logroño, Arrúbal, Valle del Iregua, Entrena y Hormilla. En total se recogerán 14,5 millones de kilos.
Aunque las peras se encuentren en su punto óptimo de maduración para ser recogidas, éste difiere bastante del momento óptimo de consumo. Las peras se cogen del árbol cuando todavía están verdes para comer, y cuando los análisis de azúcares y de dureza indican que están en las mejores condiciones para soportar largos períodos en cámaras de frío.
Las primeras serán las últimas
Por ello, de la Pera de Rincón de Soto se dice tradicionalmente que “las primeras peras en ser recogidas serán las últimas en ser consumidas”, porque esta variedad es la que mejor soporta el largo y controlado periodo de espera que puede alargarse hasta julio del año que viene. Por el contrario, se reservan para el consumo más inmediato los frutos que se cogen en la segunda ‘pasada’.
Estos últimos frutos son sometidos a una conservación en frío más básica, en una cámara parecida a un frigorífico doméstico pero de tamaño industrial: de 0 a 1 grados y con una humedad del 85-90%. Este sistema sirve para las peras que se van a sacar al mercado hasta enero, aproximadamente. Pero si se quieren mantener hasta la próxima cosecha, el sistema de conservación es distinto: se crea una atmósfera específica para ello, con poco oxígeno para que la ‘respiración’, y con ella la maduración, sea más lenta.
Recogida manual
La recogida de la pera, que es completamente manual, se lleva a cabo en grandes cajones de madera, los mismos palots que servirán para su largo almacenamiento en cámaras. En cada uno caben unos 270 o 280 kilos de peras, procedentes de seis árboles, si la producción es abundante. La cuadrilla, con el calibre colgado al cuello para confirmar el diámetro mínimo de 6 cm, se dispone de dos en dos, dos parejas por árbol, y toman las peras tirando hacia arriba, para mantener intacto el rabo, que si se astilla ennegrece antes y además puede dañar otros frutos. Otro miembro del grupo se encarga de volcar y revisar los cubos llenos en los grandes palots distribuidos por toda la finca. Ahí pueden permanecer hasta un máximo de seis horas, hasta que el agricultor las recoja con comodidad y las lleve a la cámara de frío.
En la misma caja donde han sido colocadas en el campo, las peras pueden mantenerse casi un año. Necesitan una atmósfera controlada y haber sido cogidas del árbol en el momento justo. Cualquier error que se cometa ahora, saldrá a la luz cuando los frutos vayan a salir al mercado. “En invierno, cuando sale de la cámara, se ve todo, si han estado más de seis horas en la finca, su respuesta ante el frío ya no es la misma debido a la deshidratación, y pierden tersura” explica Sixto Cabezón, técnico de la DOP.
