En la cocina aragonesa se plasman una gran variedad de alimentos, una extensa tradición gastronómica y la influencia sobre el territorio de culturas milenarias que han cultivado productos tan conocidos hoy como el ternasco de Aragón, el jamón de Teruel, el melocotón de Calanda, el aceite del Bajo Aragón…
Productos que hoy en día han dado lugar a una interesante mezcla entre una ambiciosa cocina renovada y de los guisos populares cargados de historia y tradición. Alimentos de Aragón, figuras de calidad diferenciada como “C’alial”, la marca de calidad del Gobierno de Aragón, Denominaciones de Origen Protegidas, Indicaciones Geográficas Protegidas, Artesanía Alimentaria, Producción Ecológica o Producción Integrada. Tras cada una de estas figuras hay una ingente labor que asegura la calidad, la autenticidad y carácter de cada producto.
Aragón también es un destino ideal para ir de tapas. Pequeñas delicias que permiten degustar diferentes sabores y texturas en tan sólo un bocado. Los concursos que se celebran anualmente, tanto en las tres capitales de provincia como en otras localidades de la Comunidad, demuestran que las ciudades están innovando en el arte de comer de pie, con unos establecimientos que demuestran su liderazgo en la investigación y en el desarrollo de la nueva micrococina.
Y, por supuesto, los vinos de la Región, fruto de una cultura enológica milenaria. Una de las vertientes turísticas que mayor interés despierta es el turismo enológico. Aragón cuenta con cuatro denominaciones de origen vitivinícolas: Somontano, Cariñena, Campo de Borja y Calatayud. Vinos, todos ellos, perfectos para acompañar platos como, por ejemplo, esta Leche frita, una receta ofrecida por el Gobierno de Aragón a través de su portal Gastronomía Aragonesa.
Postre de leche frita
INGREDIENTES
Para 4 raciones
- 5 g de mantequilla
- 8 cucharadas de harina
- ½ litro de leche
- 1 cucharadita de canela en polvo
- La raspadura de la piel de medio limón
- 6 cucharadas de azúcar
ELABORACIÓN
Colocamos la mantequilla en una cazuela al fuego y dejamos que se funda, retirando el recipiente en cuanto se haya licuado.
A continuación añadimos la harina y vamos agregando la leche poco a poco mientras le vamos dando vueltas a la vez, para que no se formen grumos. Incorporamos la canela y la ralladura de limón y ponemos a cocer a fuego lento sin dejar de remover. Cuando hayan transcurrido 10 minutos espolvoreamos con azúcar y dejamos que continúe el hervor, sin dejar de dar vueltas otros 6 minutos más.
Cuando la mezcla esté en su punto, la vertemos sobre una fuente previamente humedecida ligeramente, y dejamos enfriar.
Una vez fría, cortamos la masa en dados de unos cinco centímetros, enharinamos cada una de las piezas, las pasamos por huevo batido y finalmente las freímos en una sartén con abundante aceite.
Cuando estén bien doraditas las sacamos y colocamos sobre papel absorbente para eliminar el aceite sobrante. Servimos caliente o fría, al gusto.





