“La agroecología debe estar en el centro del debate sobre el cambio climático”, advierten desde Acción contra el Hambre, organización que, tras la publicación del Informe especial del IPCC sobre cambio climático y tierra, ha querido destacar “la imperiosa necesidad de limitar el impacto del uso agrícola de la tierra sobre el cambio climático, para combatir la inseguridad alimentaria a largo plazo.
Y es que, según destacan desde Acción contra el Hambre, en el informe que esta semana ha publicado el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC – Intergovernmental Panel on Climate Change) de la ONU, se muestran las complejas relaciones entre el cambio climático y el uso de la tierra, especialmente en la agricultura. De hecho, los sistemas agroindustriales —sostienen desde la ONG— son responsables de casi un cuarto de las emisiones de gases de efecto invernadero. Sin embargo, la agricultura también está sufriendo el cambio climático, especialmente en el ámbito rural y familiar. El aumento de los fenómenos meteorológicos extremos tiene un impacto significativo en la producción agrícola, en términos de cantidad y calidad, y no hace sino agravar la situación de la población más vulnerable, con menos alimentos disponibles y el aumento de los precios.
Objetivo: limitar el impacto sobre el cambio climático
Por ello, Acción contra el Hambre aboga porque las negociaciones internacionales sobre el cambio climático sean impulsadas por cuestiones agrícolas: “es crucial reconsiderar nuestros sistemas agrícolas a nivel internacional para limitar su impacto sobre el cambio climático, sin sumar más amenazas a la seguridad alimentaria. Las políticas deben priorizar el apoyo a la adaptación de la población más vulnerable a las consecuencias del cambio climático”, señalan.
En este sentido, Amador Gómez, director técnico de Acción contra el Hambre explica: “La agroecología campesina, la agricultura familiar y los pequeños agricultores deben estar en el centro de los sistemas agrícolas, a diferencia de los sistemas agrícolas industriales que favorecen el cambio climático y no producen alimentos saludables y nutritivos. Los países más industrializados también deben reconsiderar sus sistemas de consumo para limitar su impacto en el cambio climático que afecta a los países menos desarrollados. En esos cambios deben tenerse en cuenta toda la cadena de producción, especialmente la deforestación, los insumos químicos, la agricultura y el desperdicio de alimentos”.
Desde la ONG internacional explican que durante años han observado cambios graduales provocados por el cambio climático, con un impacto directo sobre la seguridad alimentaria y la desnutrición de millones de personas que dependen de la agricultura y la ganadería como sustento principal. En muchos países, Acción contra el Hambre ha puesto en marcha programas de desarrollo y capacitación en técnicas agrícolas para pequeños agricultores, promocionando así el conocimiento local y la renovación de los suelos degradados por el uso de productos químicos, pero “el cambio en las prácticas agrícolas debe ser apoyado por las partes interesadas para enfrentar el cambio climático”, demandan desde la organización.
