Ayer lunes arrancaba una nueva edición de Gastrofestival Madrid, la gran fiesta del arte de la gastronomía organizada por el Ayuntamiento y Madrid Fusión que este año celebra su decimotercera edición con una agenda repleta de experiencias culinarias y de actividades culturales ligadas a la gastronomía y el arte.
Como, por ejemplo, la propuesta de arte y gastronomía que, como parte de este festival gastronómico, ofrece el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, una visita guiada para conocer la representación de la gastronomía en el arte a través de obras de la colección permanente que muestran cómo las formas de comer y de cocinar, los mercados y los pucheros, frutas y carnes forman parte de la historia del arte.
Degustación de tapa en el Thyssen
Tras la visita se realizará la degustación de una tapa inspirada en la obra Día nublado perteneciente a la exposición Arte americano de la colección Thyssen. La obra seleccionada para ser trasladada al mundo de la gastronomía es un óleo sobre lienzo de 1871 del artista Alfred Thompson Bricher, reconocido por sus pinturas marinas y de costas.
Y la tapa creada bajo su inspiración quiere representar una perfecta analogía de esta obra a través del lacado pintado a mano de salsa kabayaqui, la caramelización aplicada a la anguila mediante un soplete, el mutabal de la coliflor y el sabor agridulce del pepino. El precio de la propuesta completa, visita guiada más degustación de tapa es de 25 euros por persona.

Día nublado
Día nublado
El cuadro Día nublado irradia naturalismo puro, una calma fantasmagórica que impregna el lienzo de Alfred Thompson Bricher. Los rayos de luz que surgen de un cielo encapotado iluminan el resplandeciente horizonte, mientras las olas rompen en la arena dibujando prístinas siluetas con el lento retroceder del agua.
El vacío y la quietud que se perciben contrastan con los bocetos que el artista hizo durante el verano de aquel mismo año. Bricher representó frecuentemente figuras humanas en apuntes en los que aparecen mujeres protegiéndose del sol bajo las sombrillas o niños jugando en la playa. Aunque los bañistas son personajes anónimos, resulta evidente la simpatía de Bricher por su actividad. Sin embargo, en sus cuadros a menudo mitiga la calidez con que plasma en sus apuntes las diversiones humanas y, a la hora de reproducir el paisaje costero —es probable que el cuadro represente, bien la costa de Maine, bien la orilla septentrional de Boston—, se centra en el aspecto más formal de la disposición de la tierra y el cielo.
