En la cocina aragonesa se plasman la variedad de alimentos, una gran tradición gastronómica y la influencia de culturas milenarias: el ternasco de Aragón, el jamón de Teruel, el melocotón de Calanda, el aceite del Bajo Aragón… productos que hoy en día han dado lugar a una interesante mezcla entre una ambiciosa cocina renovada y de los guisos populares cargados de historia y tradición.
Alimentos de Aragón, figuras de calidad diferenciada como “C’alial”, la marca de calidad del Gobierno de Aragón, Denominaciones de Origen Protegidas, Indicaciones Geográficas Protegidas, Artesanía Alimentaria, Producción Ecológica o Producción Integrada. Tras cada una de estas figuras hay una ingente labor que asegura la calidad, la autenticidad y carácter de cada producto.
Y por supuesto, los vinos de la Región, fruto de una cultura enológica milenaria. Una de las vertientes turísticas que mayor interés despierta es el turismo enológico. Aragón cuenta con cuatro denominaciones de origen vitivinícolas: Somontano, Cariñena, Campo de Borja y Calatayud. Vinos, todos ellos, perfectos para acompañar platos como estos Crespillos de borraja, una receta ofrecida por el portal Gastronomía Aragonesa, del Gobierno de Aragón.
Crespillos de borraja crujientes
INGREDIENTES
Para 4 personas
- 800 g de hojas tiernas de borraja
- 300 g de harina
- 300 g de azúcar
- 2 huevos
- Leche
- Aceite de oliva
ELABORACIÓN
Empezamos preparando una pasta muy ligera con la harina, las dos terceras partes del azúcar, los huevos batidos y un poco de leche.
Por otro lado limpiamos bien las hojas más tiernas del cogollo de la borraja, las troceamos y las rebozamos con la pasta ligera que acabamos de preparar.
Las freímos en aceite muy caliente y cuando estén doradas las retiramos, las ponemos a escurrir sobre papel absorbente y, a la hora de servirles echamos por encima un poco de azúcar.
De tapas por Aragón
Aragón también es un destino ideal para ir de tapas. Pequeñas delicias que permiten degustar diferentes sabores y texturas en tan sólo un bocado. Los concursos que se celebran anualmente, tanto en las tres capitales de provincia como en otras localidades de Aragón, demuestran que las ciudades están innovando en el arte de comer de pie, con unos establecimientos que demuestran su liderazgo en la investigación y en el desarrollo de la nueva micrococina.
En Zaragoza, la zona de tapeo más conocida es El Tubo. Se encuentra en el casco antiguo, al igual que las plazas de Santa Marta, Santa Cruz y San Miguel. En todas estas ubicaciones se combinan establecimientos tradicionales con novedosas propuestas llenas de imaginación y buen gusto.
En Huesca, la oferta de tapas se ha renovado y revitalizado, concentrándose actualmente en el centro de la ciudad, especialmente en la zona comprendida entre los Porches de Galicia y la Iglesia de San Lorenzo.
Y en Teruel existe una oferta popular y común a casi todos los locales, basada principalmente en el jamón y demás derivados del cerdo, las frituras y las salmueras. Es una oferta más cercana a las raciones que a los pinchos o tapas. Para probarlos hay que recorrer las calles Yagüe de Salas, San Juan, la plaza del Torico y calles adyacentes, el Paseo del Óvalo, la Ronda de Ambeles y el Tozal.





