Un necesario relevo generacional acompañado de factores como una política educativa adecuada a las necesidades de los jóvenes, el impulso a la innovación, la digitalización, o un desarrollo eficaz del regadío son algunos de los elementos fundamentales para garantizar un futuro sostenible del medio rural desde el punto de vista económico, social y medioambiental.
Por ello, desde el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación se ha elaborado un Estudio de necesidades formativas de la juventud rural, un documento que acaba de publicarse y que pretende servir de referencia para el diseño de actuaciones dirigidas a incentivar la incorporación de jóvenes a la agricultura, en especial en el ámbito del futuro Plan Estratégico nacional para la aplicación en España de la Política Agrícola Común (PAC) para el periodo 2021-2027.
El objetivo final de este estudio es facilitar el relevo generacional en el sector agrario a partir de la incorporación de una juventud bien formada y preparada, para lo cual se requiere la puesta en marcha de procesos de cualificación adaptados a las necesidades de los jóvenes y especialmente de procesos formativos prácticos que permitan a los jóvenes afianzar los conocimientos y aplicarlos posteriormente en sus respectivas explotaciones agrarias. Por ello, el estudio explora la puesta en marcha de un programa nacional de visitas formativas para jóvenes en explotaciones de acogida como herramienta para mejorar sus conocimientos, contrastarlos, facilitar su aplicación en las explotaciones que manejan y reforzar los procesos de incorporación de conocimiento y tecnología en el sector agrario.
Los jóvenes en el medio rural
El estudio del Ministerio recoge una serie de conclusiones, reunidas en torno a dos aspectos: la incorporación de jóvenes al sector agrario, y los contenidos de la formación.
Respecto a la incorporación de jóvenes al sector agrario, del estudio se deduce que:
- Los obstáculos que impiden a los jóvenes dedicarse a la agricultura tienen su origen en las dificultades para el acceso a la tierra, a la financiación y al conocimiento, pero también influyen la disponibilidad de servicios en las zonas en las que residen y unas infraestructuras adecuadas.
- Hasta el ejercicio 2018 se han incorporado más de 35.076 jóvenes en ambos periodos de programación (2007-2013 y 2014-2018), lo que supone—considerando 12 años—una media de 2.923 jóvenes por ejercicio.
- Del total de los jóvenes incorporados a nivel de todo el Estado, el 71,92 % son hombres (25.228) y el 28,08 % son mujeres (9.848). Los mayores porcentajes de mujeres incorporadas se dan en la cornisa cantábrica, en Galicia, Asturias y Cantabria.
- El mayor porcentaje de incorporaciones se produce en edades de 35 a 40 años. En las mujeres incorporadas se aprecia una mayor edad respecto a la de los hombres.
- Entre las mujeres existe una mayor importancia porcentual de las que se incorporan de fuera del sector respecto a los hombres.
- Los datos señalan que las incorporaciones al sector no son capaces de revertir la disminución de activos en la profesión agraria. Frente a una media de incorporación de 3.061 jóvenes entre los años 2009 y 2018, el SETA pierde un promedio de 3.845 registrados al año.
- Las incorporaciones aumentan a partir del año 2016, bien por el impulso a esta medida por parte de algunas Comunidades Autónomas —como, por ejemplo, Andalucía— o bien por el crecimiento de la demanda de incorporación, como por ejemplo la cornisa cantábrica.
Respecto a los contenidos de la formación, el estudio indica que:
- Aproximadamente la mitad de las incorporaciones se producen en sectores continentales, con explotaciones cada vez más grandes, muy dependientes de las ayudas directas. Sus necesidades formativas se orientan hacia las áreas de conocimiento relacionadas con la mecanización de procesos productivos, el ahorro de inputs, la incorporación de criterios ambientales en la explotación o la gestión de los recursos (agua, maquinaria, fertilizante, fitosanitario, personal…).
- La otra mitad de las incorporaciones tienen lugar en una variedad de sectores, entre los que destacan las frutas y hortalizas, viñedo, avícola y porcino intensivos y apícola. La formación requerida deberá abordar las cuestiones específicas de cada sector, pero otras competencias serán comunes para todos los subsectores, tales como la gestión de la calidad (a través de DOP, IGP, producción ecológica, producción integrada), la trazabilidad, la comercialización o la comunicación de empresa.
- En materia de nuevas tecnologías, las necesidades de formación se orientan fundamentalmente al uso e incorporación de aquellas dirigidas a mejorar la eficiencia en el uso de insumos, así como de herramientas digitales: Sistemas de Información Geográfica (SIG), sistemas de teledetección y software de gestión tanto para el sector agrícola, como ganadero y forestal.
- La importancia del regadío en la agricultura española también justifica el refuerzo de la formación en técnicas y tecnologías de regadío. De cara a unas perspectivas de sequías más frecuentes asociadas al cambio climático es necesario ampliar el conocimiento sobre dinámica del suelo, protección aguas, técnicas de irrigación y uso de tecnologías, siendo especialmente importantes los aspectos de ahorro de agua y energía.
- El crecimiento del trabajo asalariado en el sector requiere incluir en los itinerarios de formación contenidos relativos a la gestión personal, planificación de necesidades de mano de obra y contratación, riesgos laborales y logística. Igualmente, de cara a la gestión de las explotaciones es necesario mejorar la formación en tramitación administrativa y gestión de ayudas.
- En las primeras fases de incorporación, sobre todo cuando se accede desde fuera del sector y sin vínculo familiar, uno de los mayores problemas es la capacidad para realizar inversiones. En este sentido, resulta conveniente que los programas de formación abarquen módulos sobre la planificación estratégica, el análisis de costes y las acciones enfocadas al ahorro en el uso de inputs, así como sobre asociacionismo.
- El dominio de los contenidos ambientales resulta clave para todos los profesionales agrarios, no solo por exigencia de la normativa, sino también por el incremento de la rentabilidad que ocasiona el incidir en dichos aspectos.
