Una iniciativa que ha investigado las posibilidades que ofrecen las lombrices de tierra y el vermicompostaje para la economía circular y la viticultura sostenible mediante el desarrollo de un ciclo integrado que permite convertir in situ el bagazo generado en vermicompost de alta calidad con propiedades bioestimulantes y de defensa de la vid.
Se trata del proyecto VITALVER, cofinanciado por el Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial (CDTI) con fondos FEDER de la Unión Europea, que después de más de tres años de labor experimental en bodegas y viñedos, acaba de concluir satisfactoriamente sus trabajos de I+D.
Vermicompostaje, economía circular y sostenibilidad
A lo largo de este proyecto, en el que ha participado Adegas Moure, bodega gallega perteneciente a la DO Ribeira Sacra, se procesaron más de 10 Tm de bagazo mediante vermicompostaje. Este proceso redujo sustancialmente la biomasa inicial y la transformó en vermicompost —un abono orgánico rico en nutrientes— microbiológicamente activo y estabilizado, del que se pudieron separar fácilmente las semillas. Esta separación de las semillas elimina la fitotoxicidad residual asociada a los polifenoles en el vermicompost. Además, las semillas pueden procesarse fácilmente para obtener extractos ricos en polifenoles, antioxidantes y aceite rico en ácidos grasos saludables.
Los efectos del vermicompost en las vides, las uvas y en el vino se estudiaron durante varias temporadas de cultivo en cuatro viñedos de Mencía de Adegas Moure: un viñedo viejo —con cepas de más de 25 años—, dos viñedos jóvenes —con cepas de 5 años— y un viñedo con cepas recién plantadas. Se hicieron experimentos de biofertilización con vermicompost sólido, líquido y aplicaciones de espray foliar, frente a vides control, abonadas según los protocolos estándar de la bodega. Durante el proyecto se tomaron y analizaron muestras de suelo, hojas y uvas de más de 3.000 cepas de Mencía. La fertilización con vermicompost y la aplicación del mismo en forma de espray foliar en las partes aéreas produjo una disminución de las enfermedades causadas por hongos fitopatógenos.
Durante tres cosechas consecutivas se elaboraron 1.000 litros de vino con uvas de cepas abonadas con vermicompost y 1.000 litros con uvas de las cepas control. Todas ellas procedían de la parcela de A Granxa para poder comparar los vinos de forma objetiva. Las fermentaciones fueron espontáneas, es decir, realizadas por las levaduras propias de los hollejos de las uvas, llamado la atención la “explosión aromática en el tanque de fermentación del vino experimental” según explica Adrián Rodríguez, enólogo de Adegas Moure.
La evolución de los polifenoles y de los aromas del vino se estudió mediante técnicas cromatográficas acopladas a espectrometría de masas, analizando los principales marcadores en muestras tomadas en ocho etapas de la vinificación, desde el mosto hasta el vino final. Los resultados analíticos de las tres añadas confirmaron los matices sensoriales percibidos en cata.
“Las diferencias entre el vino experimental y el vino testigo son reseñables y significativas, más de las que podíamos esperar. Visualmente, el vino experimental presenta una mayor viveza y juventud. En nariz, se presenta sin reducciones, abierto y expresivo. Y en boca es profundo, persistente y más complejo. En definitiva, se trata de un vino con una destacada personalidad”, comenta Evaristo Rodríguez, gerente y director técnico de Adegas Moure.
