El cocinero austriaco Sebastián Frank ha sido reconocido con el Premio Cocinero del Año en Europa, otorgado por Madrid Fusión (este año Reale Seguros Madrid Fusión), galardón que recogerá en el transcurso del Congreso Internacional. Con este reconocimiento, la organización ha querido destacar su cocina exigente y rebelde que rompe con rígidas líneas tradicionales para abrir nuevos caminos.
Según destaca la reseña ofrecida por Madrid Fusión, y firmada por Kerstin Riedel, Sebastián Frank, nacido en Austria, ha disfrutado de la cocina desde la infancia. A los 13 años ya sabía que su vocación era cocinar. Más adelante, se formó en el hotel de cuatro estrellas Wende de Neusiedl am See, para trabajar posteriormente en el Steirereck de Viena, probablemente el mejor restaurante de Austria. Aquí estuvo bajo las órdenes de Heinz Reitbauer junior como garde manger y tan solo algunos años después fue sous-chef en el renombrado Hotel Tyrol, bajo la batuta culinaria de Christoph Zangerl.
Sebastián Frank y su primera estrella
En 2010, Sebastian Frank sigue a su novia Jeannine a Berlín y después de algunas dificultades iniciales para ponerse en marcha, asciende rápidamente. A los 29 años, se convierte en chef del legendario restaurante Horváth y en tan solo un año obtiene su primera estrella Michelin. Pero 2011 le tiene reservadas más sorpresas; gana el concurso Cocinero del año y la guía Gault Millau otorga 17 puntos al Horváth, galardonando a Frank con el título de Chef más creativo de Berlín.
El fin de año de 2013 traerá más razones para celebrar, ya que Sebastian Frank y su socia, Jeannine Kessler, brindan porque a partir del 1 de enero de 2014, serán los nuevos propietarios del Horváth. En común, la pareja convierte el acogedor restaurante carente de pompa y circunstancia en uno de los principales restaurantes gourmet de la ciudad, obteniendo en noviembre de 2015, de nuevo, una estrella de la guía Michelin y el premio al Mejor Chef de Berlín 2017.
Horváth sigue la tradición austriaca, pero no se parece en nada a lo que uno esperaría. Para Frank cocinar siempre empieza con memorias de su infancia y ha desarrollado su estilo único sobre esta base: Extraer el sabor de los platos clásicos austriacos e interpretar su unicidad de una forma moderna y creativa. La cocina emancipadora de Frank exige sobre todo abandonar las normas tradicionales. La carne, el pescado o las verduras reciben un mismo estatus, que hace desaparecer cualquier tipo de categorización entre los productos supuestamente «simples» y los «de lujo”. La suya es una cocina exigente que rompe las rígidas líneas divisoras y abre nuevos caminos.
Trabaja bajo una estricta censura de productos autoimpuesta. Se toma muy en serio la manipulación consciente de los alimentos y por lo tanto se centra principalmente en la producción local y en productos de su país de origen, un país que no tiene salida al mar. Cultiva hierbas y plantas para su restaurante en la terraza de su propio tejado y ha definido la dirección de su cocina con sus originales platos de verduras. En Horváth no encontraremos piñas, chile o ternera argentina. Este chef prefiere trabajar con bayas, apio o una pata de venado de Brandemburgo. Tampoco veremos aceite de oliva, en su lugar se usa para freír manteca o aceite vegetal de alta calidad, extraído de la flora y fauna de Austria.
Horváth se divorcia deliberadamente del lujo convencional y del exotismo adquirido y como resultado genera una dimensión pragmática y moderna, completamente nueva, del disfrute y la calidad.
